Sus declaraciones son demasiado grises como para reparar en ellas. Pero son persistentes como goteras y no atienden a la razón. Y dicen siempre lo mismo. Que el Museo de la Memoria pondrá en el mismo saco a terroristas y a soldados del Ejército. Que la intención de este lugar será generar la desunión entre peruanos. Que todavía no ha transcurrido suficiente tiempo. Que es una afrenta para el distrito de Miraflores levantar un edificio que sólo será visitado por cacasenos progresistas. Que Vargas Llosa es un tetudo al que se lo van almorzar los manipuladores profesionales de la caviarada vernácula. Que el terrorismo está vivito y coleando en el VRAE. Y así. El coro lo conforma el fujimorismo rampante, unos cuantos generalotes, Rafael Rey, Luis Giampietri, Juan Luis Cipriani y el artista de Altamira.
El absurdo es una extraña y jodida cosa que, supongo, se resuelve con el tiempo. Porque, vamos, lo más contundente de estos señalamientos no es la sintaxis, ni su ocurrencia, ni el énfasis, sino su halitosis. ¿Qué puede tener de amenazante un ágora que pretende recordar a los que faltan? ¿Por qué es difícil de entender que no se puede construir un presente desde el olvido y desde el encono? Si pasamos las páginas de nuestra historia reciente, dando por sentadas las injusticias y los asesinatos, nada impedirá que la violencia se repita. Es incomprensible que se siga sosteniendo que la historia reciente no es historia y, por ende, hay que esperar un espacio de tiempo que, por lo demás, nunca se precisa. No sólo ello. Sostener que lo que ocurre en el VRAE es el mismo fenómeno que padecimos en la década de los ochenta, es falso. Uno de los objetivos del Lugar de la Memoria, como le ha bautizado Vargas Llosa, es el de enseñarle a las nuevas generaciones los estragos que causan el fanatismo ideológico y exhibir el sufrimiento que ocasionó ese pensamiento político demencial. ¿Qué cosa tiene el foco de violencia en el VRAE de ideológico? ¿No tiene acaso más de mercenario que de senderismo?
El Espacio de la Memoria es un reclamo que no puede desoírse, y debe encarnar la ausencia de todo aquello que nos fue arrebatado por el horror y la tragedia y la insania. Uno de sus detractores le exige al Museo respeto por la verdad de los hechos, imparcialidad, como si en eso no estuviésemos todos de acuerdo. El Lugar de la Memoria sólo debe mostrar lo ocurrido. Para que nunca más ocurra. Su misión no debe ser comprender ni ilustrar sobre la historia, ni siquiera sobre la violencia, sino simplemente mostrar lo que pasó. Para que reflexionemos. Para cuestionarnos. Para que nos preguntemos. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué ocurrió? ¿Cómo pudo suceder? Preservar la memoria es proyectarse al futuro, resistirse al silencio, combatir la negación.
Pero es inútil. Las acechanzas reaccionarias y sus estrategias de distracción no se detendrán. Sus ladridos continuarán, aduciendo que recordar nos dividirá, cuando es exactamente lo contrario. No importa. Ello es parte del proceso de construcción de la memoria. Como dice el artista alemán Host Hoheisel, “los monumentos están vivos mientras se discute sobre ellos”.
Como sea. Para todos los efectos, la memoria ya tiene un lugar en Miraflores, gracias a los reflejos del alcalde Manuel Masías. Y en éste la memoria se aprenderá, se ejercitará, se practicará, producirá justicia, sacudirá conciencias, y, sobre todo, develará. “Esa es la función de los museos de la memoria –señala Mario Vargas Llosa– No fomentar el masoquismo que suele producir una forma retorcida de placer a ciertos políticos e ideólogos cuando contemplan los horrores del pasado y tratan de explotarlos en provecho propio, sino educar a las nuevas generaciones de tal modo que todo aquello que abruma y avergüenza a una sociedad en su historia no vuelva a repetirse en el futuro. No hay mejor homenaje a esas víctimas de la intolerancia, el fanatismo, el prejuicio o la mera estupidez, que recordarlas, aprender de ellas e inculcar de este modo a la sociedad la cultura de la tolerancia, el respeto a la diversidad, al pluralismo político, religioso y cultural”. Pues eso.
Fuente: Diario Perú 21/ Domingo 10/01/2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario