sábado, 6 de febrero de 2010

Crítica a los críticos

Por Alberto Adrianzén M. (*)


En primer lugar es bueno agradecer a Martín Tanaka por sus comentarios a mi reciente libro: La transición inconclusa. Sin embargo, debo decir que no comparto la mayoría de sus observaciones. En primer lugar, no es cierto que “es inevitable relacionar los planteamientos del libro” con mi reciente respaldo a Ollanta Humala o a mi “radicalización” por mi oposición a Alan García, y ello por un hecho obvio: el libro (salvo el colofón) fue redactado entre los años 2000 y 2004 cuando no existían políticamente ni Ollanta Humala, ni el nacionalismo, ni tampoco Alan García gobernaba el país (el 2006, incluso, voté por Valentín Paniagua). De allí que gran parte del libro esté destinada a analizar el fujimorismo.




Por eso, tengo la impresión de que Tanaka se ha quedado solo en la lectura del colofón, redactado en el año 2007, y de esa lectura, unilateral, extrae sus principales críticas (el colofón tiene 8 páginas y el libro un poco más de 200). La idea de que me sumo “un tanto acríticamente” a lo que hoy sucede en Bolivia, Ecuador y Venezuela, tampoco se deduce del libro. Evo Morales y Rafael Correa son posteriores a su redacción. Incluso advierto en el colofón, pensando en Venezuela, los riesgos o tentaciones autoritarias de esos procesos. Menos aún puede deducirse que yo crea que son “incompatibles” liberalismo y democracia. En el libro se emplea la palabra tensión y no contradicción cuando hablo de la relación entre ambas tradiciones. Además, me parece un error decir que hoy la vía socialdemócrata unifica liberalismo y democracia. Sería bueno que miremos a Europa para constatar la hegemonía de la derecha, el naufragio de la llamada “Tercera Vía” y el predominio de los grandes capitalistas.








En realidad, Tanaka no quiere discutir una de las tesis más importantes del libro que es la siguiente: a) en la década de los 80 se dio el desembarco de la teoría liberal (sobre todo norteamericana) en Latinoamérica. Estas ideas fueron aceptadas acríticamente (sin problematizarlas) por una serie de politólogos y por algunos partidos progresistas; b) esta hegemonía liberal tuvo como una de sus principales consecuencias la aceptación, como uno de los pilares para el análisis, de una definición mínima de la democracia (básicamente procedimental); c) pero también supuso la aceptación de un concepto de autoritarismo mínimo que ha dado lugar al nacimiento de otros conceptos dudosos como el “autoritarismo competitivo” que tanto gustan de usar Tanaka y otros politólogos cuando analizan el fujimorismo; d) la definición de “autoritarismo mínimo” no es útil para analizar el fujimorismo porque evade un tema fundamental: el autoritarismo no es solo un régimen que controla reglas y procedimientos sino también, y sobre todo, un “pacto de dominación” (capitalista) tal como afirmaron, alguna vez, Cardoso, Brunner y O’Donnell. Todo ello debería llevarnos a ensayar, como intento hacer en mi libro, una nueva interpretación de lo que fue el fujimorismo y de su impacto en la historia política del país. Reinterpretar el fujimorismo es clave para definir qué tipo de transición y qué tipo de política se requiere en el Perú.








Lo que sucede es que Tanaka maneja un marco teórico distinto al mío. Su énfasis exagerado en la reglas y en el diseño institucional (yo también creo que son importantes pero no lo único), lo conducen a posiciones conservadoras como se demuestra, por ejemplo, en su artículo “Reformas electorales” (La República, 17/1/10) en el cual avala, entre otros aspectos, el aumento de firmas para inscribir a un partido nacional contra la tendencia en AL. Martín Tanaka no es partidario de que se cuestione el orden social ni el “modelo neoliberal” porque eso trae “ingobernabilidad”.








Respecto de mi visión idílica de Paniagua, de la idea de la refundación republicana y de por qué la izquierda no es capaz de crear nuevos partidos y sí de imponer agendas a liderazgos ajenos, responderé en un próximo artículo.








(*) albertoadrianzen.lamula.pe

FUENTE: DIARIO LA REPÚBLICA Sáb, 06/02/2010 - 05:00

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