miércoles, 17 de febrero de 2010

Imágenes de la nación


Por: Manuel Burga
Un hermoso libro de Jorge Deustua y Herman Schwarz, experimentados fotógrafos peruanos, nos ofrece la muestra completa que con el atrevido título  de La destrucción del olvido. Estudio Courret Hermanos, 1863-1935, se exhibió en diciembre, 2009, en el ICPNA de Miraflores.
El libro reproduce una pequeña parte del Archivo Courret, que se conserva afortunadamente en las instalaciones de la Biblioteca Nacional del Perú. Se conservan 55 mil placas fotográficas, de las 150 mil que muy probablemente existieron en el año 1935, en que se cerró este estudio.
Con frecuencia nos preguntamos por el verdadero rostro del Inca Garcilaso de la Vega. Quizá con más urgencia indagamos por el rostro de Túpac Amaru II, hasta constatar –sin sorpresa alguna– la frustración de aquellos que se esforzaron infructuosamente por inventarle un rostro durante el gobierno del general Velasco. Conocemos otros rostros de esos siglos, los que los interesados –principalmente gobernantes coloniales– se empeñaron en transmitir a la posteridad. 
Con el advenimiento de la fotografía en 1839, con su popularización, las imágenes se multiplicaron y ya se hizo más difícil ocultar rostros, destruir retratos, manipular recuerdos.  La fotografía, en adelante, captará lo que el texto escrito difícilmente puede transcribir, como los detalles, los colores, los tamaños, los gestos, la ubicación de las personas en un grupo colectivo. 
La historia de este archivo es fascinante. Pero debo limitarme a indicar que es un caso raro de perdurabilidad donde se suceden varios fotógrafos en el mismo estudio, como si se tratara de cuidadosos notarios que ordenadamente transmiten sus protocolos.
El fotógrafo francés Eugenio Courret se instaló en Lima en 1861 y en 1863, junto a su hermano Aquiles, crea el estudio al comprar el de Maunoury y Cía. y lo desarrolla hasta convertirlo en el estudio preferido de la ciudad. En 1873, Eugenio se queda solo con el estudio y lo conserva hasta 1892.
En adelante, y hasta 1935, fue propiedad de Adolfo Dubreuil, otro fotógrafo francés, que al tener dificultades económicas, no encuentra mejor solución que liquidar a sus trabajadores pagándoles con equipos y placas fotográficas. Uno de ellos, Carlos Rengifo Farromeque, se quedó con una buena parte hasta que la vendió a la BNP en 1987.  Los  estudios de Deustua, Schwarz y Keith McElroy, que acompañan adecuadamente a las fotografías,  explican los detalles de esta historia muy singular.
Advirtamos que este es el segundo libro con fotografías de Courret. El primero, de 1994, se llamó Memoria de una ciudad, este se llama Destrucción del olvido, ambos casi con el mismo subtítulo. 
No fue casual que Eugenio Courret se afinque en Lima en 1861, porque su familia ya había llegado antes, pero sobre todo porque era el tiempo de inmigrantes. La prosperidad del guano abrió las puertas a los liberales que acompañaron a Castilla, a Balta, a Pardo.  Los intelectuales, científicos, artistas, políticos y comerciantes, que llegaron eran auténticos liberales y venían a difundir, defender y promocionar el credo de la modernidad y el progreso. 
Ferrocarriles, trabajadores asiáticos, amas de leche, blancos, mestizos, indios desfilan delante de las cámaras de la época.  Las que también fotografiaron el Combate del 2 de Mayo y la invasión chilena a la ciudad de Lima.
Deustua y Schwarz, expertos en el valor de la imagen, conocedores del país, hacen dialogar a Courret-Dubreuil con la actualidad, sin dejar de lado los rostros clásicos de Grau, Pardo, Piérola, Leguía, pero indagando por el alma nacional, transmitiendo un mensaje diferente, donde aparece la diversidad retratada, en un intento de destruir el olvido, con imágenes reales, con rostros raros, bellos, blancos, negros, chinos, indios y cholos, que nos acercan más a la verdadera imagen de nuestra nación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario