sábado, 20 de febrero de 2010

Las estrellas también fallan


Por Federico Salazar
Gran revuelo causó la desaprobación de un examen por parte del fiscal Avelino Guillén. Luego de su actuación en el juicio contra Fujimori, Guillén se convirtió en una estrella de la lucha por la defensa de los derechos humanos.
Conocido el poco auspicioso resultado, Guillén dijo que renunciaría a la Fiscalía por los maltratos recibidos. Si se refiere al resultado del examen, habría que preguntarse cuál fue el maltrato.

El examen es una prueba que se realiza de manera anónima, con código de barras. Quien corrige no sabe a quién le pone nota.
Según el Instituto de Defensa Legal (IDL), realizó y evaluó esta prueba el doctor Mario Amoretti. El abogado defendió en la vía penal  muchos casos en contra del fiscal Guillén.
El IDL cree que Amoretti se dio cuenta de que se trataba de Guillén por el tipo de argumentos. Deja la posibilidad abierta de que el evaluador haya sido imparcial, a pesar de suponer quién era el evaluado. Finalmente, sin embargo, se inclina por la suposición de una “venganza”.
¿Cómo puede ser, se preguntan, que Guillén, como fiscal, “haya logrado en la vida real, en base a su profesionalismo, que Kouri y Montesinos terminen condenados, y que a la hora de dar un examen sobre ese mismo caso, su argumentación sea tan pobre que quedó muy lejos de la mínima nota aprobatoria?”.
Sobre esa base, el IDL pide la anulación del concurso.
He seguido al IDL en muchas causas, y seguramente volveré a hacerlo. Pero discrepo de esta petición. Si hay una irregularidad, debe comprobarse, no sólo suponerse.
No se puede anular un concurso sólo porque “es raro” que una estrella como Guillén haya desaprobado. Todos tienen que someterse al mismo tipo de rigor, sean o no estrellas.
En una evaluación no valen los antecedentes. Es decisiva la “performance”. Uno puede fallar por muchas razones en el momento de la prueba.
Me apena que Guillén no haya aprobado. Me gustaría pensar que no fue por demérito. Si hay algo que cuestionar del proceso, sin embargo, debe hacerse muy puntualmente, sin manchar la honra de nadie sobre la base de sospechas e intuiciones.
No pidamos medidas con nombre propio, por más que el nombre sea el de nuestros amigos. No es ésa una forma de favorecer el vigor de las instituciones.
La mejor manera de ser evaluado es que lo haga alguien que no piensa como nosotros. Si pasamos esa valla, pasaremos cualquiera.
La respuesta no puede ser la pataleta o la pateada del tablero. Si hay pruebas de irregularidad, hay que mostrarlas. Si no, ¡a prepararse para el siguiente examen!

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