Nicolás Lynch
La estafa educativa de un tiempo a esta parte se ha convertido en moneda corriente en nuestro país. El martes pasado la Comisión de Educación del Congreso volvió a cometer dos latrocinios más y está a punto de consumar un tercero. Se aprobaron los proyectos de creación de la Universidad de Frontera sobre la base de la sucursal en Sullana de la Universidad Nacional de Piura y de la creación también de la Universidad Nacional Tecnológica de Chota, parece que sobre la base de la sucursal respectiva de la Universidad Nacional de Cajamarca y el Instituto Superior Tecnológico de Chota. Asimismo, el martes 23 se va a discutir la creación de la Universidad Nacional de Ciencia y Tecnología sobre la base del Instituto Científico y Tecnológico del Ejército. ¡Qué tal avalancha de universidades!
Nos acercamos a las cien universidades con más de 600,000 estudiantes en ellas, que reciben no una mala –eso sería una calumnia– sino una pésima educación en la gran mayoría de los casos y nos atrevemos a seguir creando universidades. Es más, lo hace una Comisión del Congreso que ni siquiera tiene el coraje de discutir soluciones de fondo para la debacle universitaria y que más parece un grupo encargado de tramitar intereses particulares.
Lo primero que dicen los expertos en el tema de la educación superior es que no necesitamos más universidades, especialmente públicas, peor todavía si se trata de universidades de un origen perverso como es la satisfacción de una clientela política. Más aún, no hay profesores mínimamente calificados para las universidades que ya existen, ¿de dónde van a sacar profesores para nuevas universidades? Hace unos años un Ministro de Economía al observar mi preocupación sobre el tema me dijo: “de qué te preocupas, en el MEF no vamos a agregar un centavo al presupuesto universitario, seguirá la misma torta sólo que con más comensales”. Al cinismo del MEF se agrega el cinismo de los políticos que solo piensan en engordar su bolsa de votos preferenciales.
Algunos rumores políticos dicen que se trata de dos regalitos para clientelas apristas, otros que se han repartido en asunto “miti-miti” uno para los apristas y otro para los nacionalistas. Sería bueno que los responsables políticos le aclaren al público esta situación. ¿Y el Ejército para qué necesita universidad, peor todavía a partir de un tecnológico, si las escuelas militares ya tienen nivel universitario? ¿O se trata de pegarle otra mordida al presupuesto público, en esta danza macabra de repartirnos un bien limitado?
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