miércoles, 10 de marzo de 2010

Primer indulto fujimontesinista


Por Mirko Lauer
Es posible que el indultador de José Enrique Crousillat no supiera realmente en qué se estaba metiendo. Puesto entre los intereses de dos importantes grupos mediáticos y un preso enfermo de 77 años, optó por la salida humanitaria. No figuraba en el libreto que el indultado luego sacara unas saludables garras de agitador judicial.
El daño está hecho. La acusación de que Alan García armó una movida antiperiodística de raíz fujimontesinista va a seguir dando vueltas por allí aun si Crousillat vuelve tras las rejas. En el otro extremo, la idea de que el presidente ha sido “un poco burlado” tampoco lo favorece. Sobre todo si el juicio penal bufo de Crousillat contra 56 personas avanza.
Es casi seguro que el indultado goza de mejor salud en la calle que en los informes que presentó el 2009, pero no descartemos que su capacidad de cálculo sí se haya visto afectada en estos últimos años. Si Jorge Castro le sirvió en sus tiempos de vacas gordas, en esta ocasión el abogado ha demostrado ser un verdadero elefante en la cristalería.
Lo que acaba de suceder es una útil lección sobre las fantasías del retorno entre los personajes mafiosos de los años 90. Pues si ha habido alguna línea estratégica en la ofensiva de Crousillat, esta ha sido el intento de arrasar con el orden jurídico establecido, a través de un clásico psicosocial trufado de mentiras.
Aun en la hipótesis, no demostrada, de la conspiración alanista, el estilo de cachiporra judicial del indultado tiene que haber asustado a buena parte de su entorno. Pues una parte de la ensalada tinterillesca confeccionada apunta directo a invalidar lo actuado por la institucionalidad democrática desde el año 2000.
Los 56 nombres de la denuncia penal de Crousillat ponen en evidencia que el objetivo es más amplio que los actuales conductores de América TV. Es todo el sistema anticorrupción el que se desea impugnar, y dentro de ello ajustar algunas cuentas de pugnaces amigos de Crousillat que lo han venido piloteando desde su salida.
De modo que cuando las figuras del fujimontesinismo desestiman su carácter de grupo político vinculado a la corrupción de los años 90, no es porque piensan dejar las cosas allí. Participan del sistema democrático, pero el objetivo estratégico es desmantelarlo llegado el momento, y volver al sistema que los puso en el mapa político.
En esta medida habría que decirle a García que no ha sido un poco burlado. Ha sido muy burlado. Pues el primer acto judicial de Crousillat ha sido precisamente meter al Ejecutivo en el predicamento político en que ahora se debate. Eso mismo que Lourdes Flores viene llamando “prácticas montesinistas”, nada menos. El primer psicosocial del 2011.

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