lunes, 9 de agosto de 2010

Tatata … yayaya …

Por Augusto Álvarez Rodrich

Demoler, demoler, demoler, demoler
Casi no queda candidato de peso al que los medios no le hayan revelado alguna situación escabrosa de su trayectoria política que ponga en duda su honestidad, pero hasta ahora no se percibe que esto tenga un efecto demoledor en la perspectiva de su postulación.
En este sentido, Mirko Lauer comentó el viernes en su columna de este diario que “la demolición es engañosa. Hay pocos casos reales en que ella ha funcionado, y cuando lo ha hecho no siempre ha tenido efectos duraderos”.
Una advertencia metodológica: ‘demolición’ se refiere a toda denuncia al margen de si tiene fundamento o es una maniobra para bajarse a alguien. Durante una campaña electoral aparece mucha información sobre un candidato, y es una obligación del periodismo procesarla con diligencia y publicarla sin perjuicio de quién nos pasa el dato, lo cual es un hecho secundario.  
Un caso reciente es el de Lourdes Flores, quien durante las últimas dos semanas ha enfrentado un intenso fuego cruzado por su asociación con César Cataño. Su respuesta de realizar un strip tease financiero y entregar a los medios un detalle de sus ingresos y patrimonio fue inteligente y ha establecido un ejemplo que todo candidato debe cumplir, pero eso no debiera impedir el reconocimiento de que su vinculación profesional con un acusado de narcotráfico y lavado de activos constituye un tremendo error que la perjudica y que, sin duda, le será enrostrado por mucho tiempo. Sin embargo, no parece que este hecho vaya a mellar mucho el potencial de su candidatura.
De otro lado, al alcalde Luis Castañeda no parece haberlo perjudicado mucho el misterio sin resolver del caso Comunicore. Algo ha caído la aprobación a su gestión municipal, pero no su intención de voto, la cual parece todavía invicta.
Por su parte, a Alex Kouri se le ha recordado en estos días su antigua vinculación con Vladimiro Montesinos y el caso de los peajes. En principio, podría tratarse de un caso en el que la denuncia sí  ha tenido un efecto negativo en la perspectiva de una candidatura, pero esta es una hipótesis a ser examinada, pues lo más probable es que lo que hundió su futuro electoral en esta elección fue el desorden de su inscripción y acabar en las filas desprestigiadas del Cambio Radical de José Barba.
Que las denuncias sólidas no destruyen una candidatura se constata  en el hecho de que hoy Alan García sea presidente de la república y que Keiko Fujimori encabece las encuestas de intención de voto presidencial.
Si bien una denuncia no mata a un postulante, sí contribuye a ahondar el desprestigio de la  política y de las principales instituciones como los poderes legislativo y judicial, pues refuerza la sensación popular de que todos los políticos son unos ladrones. Y eso es peor que el colapso de una candidatura específica.

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