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Doris Calderón *
06 de enero.- El prolongado estancamiento político y el aumento de las protestas pusieron en riesgo este año el futuro de la joven república nepalesa. Sistemáticas y multitudinarias manifestaciones agravaron la complicada coyuntura política que atraviesa el país dada la poca cohesión de los 22 partidos que componen la coalición del gobierno.
Cantando "abajo el gobierno marioneta" y enarbolando banderas rojas, miles de personas participaron en los últimos meses en esas demostraciones de rechazo, en distintos puntos de Katmandú, la capital.
Los manifestantes, convocados por el Partido Comunista Maoísta de Nepal (CPN-M) y, en especial, por su líder el ex primer ministro Pushpa Kamal Dahal, más conocido como Prachanda, rodearon el principal complejo gubernamental y bloquearon el acceso a la instalación.
El CPN-M prometió seguir adelante con sus acciones hasta tanto no sean atendidas sus demandas.
Desde la renuncia de Prachanda a la jefatura de gobierno en mayo de 2009, el CPN-M mayoritario en el país, pasó a la oposición.
Tras agotar todos los recursos posibles en el seno del parlamento inició una oleada de protestas pacíficas y huelgas por todo el país.
Mientras ocupaba el cargo de primer ministro, el líder maoísta destituyó al jefe del ejército, el general Rookmangu Katawal, pero la orden fue revocada el mismo día por el presidente Ram Baran Yadav, lo que conllevó a la dimisión de Prachanda.
El objetivo del CPN-M es lograr, entre otras cuestiones, que la suprema autoridad del pueblo esté representada en la formación del gobierno pues según Prachanda no puede existir ningún Ejecutivo que no incluya a su agrupación representante del 38 por ciento del electorado.
Los maoístas abogan también por un nuevo status en el Ejecutivo al restringir la autoridad del presidente de la república, quien advierten ha interferido de manera inconstitucional en las labores del primer ministro.
Lo cierto es que este año, el pequeño país del Himalaya ha tenido como retos la redacción de una nueva Constitución y la integración de 19 mil 600 ex rebeldes maoístas en el Ejército, y el PCN-M quiso hacerse sentir en este importante proceso.
Los maoístas ganaron las elecciones en Nepal en 2008 luego de un conflicto civil que duró 10 años y terminó en el 2006 con la firma de un acuerdo de paz que permitió abolir la monarquía de 240 años de antigüedad.
Sin embargo, el actual primer ministro, Madhav Kumar Nepal, no ha sido capaz de afrontar la crisis política y las tensiones que hacen tambalear el frágil proceso de paz.
Los maoístas aseguran que la crisis sólo podrá ser superada mediante un compromiso político amplio e instaron al Ejecutivo nepalés a alcanzar ese fin.
La inestabilidad política sumada a los altos índices de corrupción y a la disfunción de los mecanismos estatales hacen peligrar seriamente a la joven república nepalesa, obligada a mantener a toda costa las conquistas alcanzadas.
* La autora es periodista de la Redacción Asia de Prensa Latina.
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