lunes, 4 de enero de 2010

VOCES DESDE LA CARCEL

Por Antonio Zapata

Una última investigación de El Comercio sostiene que Sendero Luminoso habría montado en Canto Grande una escuela que hacía apología del terrorismo. La DINCOTE y el INPE acabarían de desbaratar esta escuela del terror. Pero esta denuncia no parece congruente con las voces provenientes de las cárceles de máxima seguridad.

Por ejemplo, el reciente libro de Alberto Gálvez Olaechea constituye un lúcido testimonio de los años de guerra interna y contiene sus reflexiones desde la prisión. Argumenta que tomó las armas “por una imperfección de la caridad”, empleando una frase tomada de Hubert Lanssiers. Explica su militancia en el MRTA como fruto de su amor al prójimo, expresado imperfectamente a través de la violencia. Pero agrega que no fue a la guerra para hacerse rico ni para disfrutar de poder, sino porque deseaba lo mejor para el desposeído y creía que el sistema político no ofrecía ningún camino válido.

Pasados los años, Gálvez ha renunciado a la lucha armada, expresando públicamente su pedido de perdón. A la vez, se ha declarado dispuesto a reconciliarse, incluso con sus torturadores. Este libro expresa su parecer de una manera altamente emotiva.

Gálvez pertenece a un grupo de presos por terrorismo que han realizado un balance autocrítico de su experiencia y solicitan ser readmitidos por la sociedad política. No necesariamente son todos, pero incluso en Sendero (acuerdo de paz) se registra un movimiento hacia una evaluación. Años atrás aceptaron que la guerra había terminado y que habían sido derrotados, ahora están tratando de obtener una amnistía. Los acuerdistas no mantienen relaciones con la fracción “proseguir”, que lleva adelante la guerra narcoterrorista del VRAE y del Huallaga.

Pocos ciudadanos han de considerar la propuesta de amnistía para los líderes senderistas. La mayoría de peruanos tiene un comprensible rechazo al planteamiento. Pero se sabe que los acuerdistas ya no están en guerra y han dejado atrás la violencia que desataron.

Estos procesos abren la posibilidad de resocialización. En ese camino ha estado comprometido el mismo Estado y su política carcelaria. Por ejemplo, acaba de aparecer un boletín del INPE de Chorrillos. Este impreso ha recibido apoyo del CEAS y de Pilar Coll, que escribe un artículo en sus páginas.

A través de esta publicación se informa que en la cárcel de máxima seguridad de Chorrillos se realizan múltiples actividades orientadas a la mencionada resocialización. Las internas practican manualidades: repujados, bisutería, lencería, costura etc. Asimismo, reciben clases de idiomas, pintura, danzas folclóricas y otras, incluyendo psicología, poesía y talleres de memoria para repensar su experiencia.

La sociedad debe saber que estas iniciativas del mismo INPE no están encaminadas a recomenzar la violencia. Por el contrario, buscan la reconciliación. Las monstruosidades de la guerra interna no volverán a suceder si sus protagonistas cambian. Si entienden sus errores y asumen las consecuencias, ofreciendo y solicitando reconciliación, entonces la causa de la paz habrá avanzado mucho en este desgarrado país. No se trata de abrir las cárceles, sino de colaborar con la evolución de quienes purgan sus condenas.

Por ello, parece extraña la investigación de El Comercio sobre la escuela de adoctrinamiento terrorista desbaratada en Canto Grande. No va en la línea de lo publicado últimamente. Ni Gálvez ni el INPE de Chorrillos están en esa dirección. Así, ese informe debe ser parte de una campaña sobre el Museo de la Memoria. Pareciera encaminada a reavivar temores y muy justificadas fobias, que predispongan a Mario Vargas Llosa a perdonar a unos, condenando sin escuchar a los otros.

FUENTE: LA REPÚBLICA Mié, 30/12/2009 - 20:25

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