Lun, 15/02/2010 - 20:44
Por Danilo Arbilla
“No os fallaré”, prometió a los españoles el socialista José Luis Rodríguez Zapatero (RZ), en marzo del 2004, tras haber ganado la elección debido a circunstancias muy tristes y excepcionales –el atentado terrorista del 11-M–, y por demérito del conservador y arrogante José María Aznar. Seis años después Zapatero comienza a fallar. Más precisamente, los españoles han comenzado a sufrir las consecuencias de las fallas del gobierno del PSOE con Rodríguez Zapatero a la cabeza.
RZ tuvo suerte al principio y por un tiempo las cosas le rodaron bien. Eso lo confundió –lo llevó incluso a asumir una actitud casi tan soberbia como la de Aznar– y a creerse que la buena marcha de la economía española era por obra y arte de su gestión. Tal fue su confusión y arrogancia –y sus limitaciones– que no tuvo ni la habilidad de ser prudente. Cuando la crisis se le vino encima al mundo entero, él la negó en España. No admitía ni pronunciar la palabra crisis; la borró del idioma. Hoy España enfrenta la mayor recesión entre los países desarrollados, el PBI cae trimestre tras trimestre, y el desempleo supera el 18%, puede llegar al 20% este año y es más del doble que el que registra la zona europea.
Pero no solo a los españoles dañan las fallas de RZ. También se han hecho sentir en América. No es que en materia de “negocios” con las “colonias” la política del actual gobierno socialista haya variado demasiado con la de gobiernos anteriores, pero en su caso ha sido bastante menos elegante en lo tocante a valores y principios. Es lo que explica sus buenas relaciones con la Venezuela de Hugo Chávez y la Cuba de Fidel y Raúl Castro.
Es muy duro, y hay que estar atentos. Sobre todo en estas épocas de crisis en que se sale a buscar “ganancias” por donde sea, y cuando ya los principios no implican ningún freno. Si es preciso todos somos progresistas y si hay que afirmar que en Venezuela hay libertad de prensa, se lo hace y tan campantes. Lo bueno es que cada tanto la realidad llama a la puerta y al final, si las fallas son muchas, los buques, por muy grandes y eternos que se crean, hacen agua y se hunden.
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