Lun, 15/02/2010 - 05:00
Por Mirko Lauer
Si hubiera que medirlo con la dudosa vara de las teorías conspirativas, la nueva estrategia del fujimontesinismo consiste en una captura de una diversidad de territorios. Atrás habría quedado la vieja estrategia centrada en todo del destino de Alberto Fujimori. Ahora se trata de aprovechar los espacios en que la mafia puede ser ganadora. Después se verá.
La familia Fujimori ya no es el punto fuerte de la ofensiva. Las cosas parecen concentradas en temas como las posibilidades de Alexander Kouri para la alcaldía de Lima o la recaptura del alma de las fuerzas armadas por parte de Luis Giampietri. Son solo dos de los casos de figuras conspicuas de los años 90 reciclándose para próximas tareas de gobierno.
Lo de Rafael Rey es similar al de Giampietri, y comparten valores de extrema derecha. Otro caso notable es el de Agustín Mantilla, quien ha pasado del descrédito de sus alianzas personales a una situación de eminencia gris informal en el Apra. No se hable ya de los empresarios de la “dirección correcta” hoy en lugares prominentes.
No es una lista corta. Sobre todo porque este sector nunca desapareció. Su 13% en las elecciones parlamentarias le dejó una bancada eficaz. Los permanentes casos de corrupción han ido relativizando con el tiempo los grandes escándalos del gobierno 1990-2000. El derechismo ambiente en los medios sumó a estos personajes al resto del personal político.
En su primera etapa el fujimontesinismo existió como una táctica putchista de retorno rápido, en la campaña por la vacancia de Alejandro Toledo. En su segunda etapa el sector existió como una acumulación de buena voluntad y votos en torno a la aprobación de Fujimori. En esta tercera etapa es la infantería de políticos semi-autónomos lo que funciona.
¿Estamos presenciando una resaca de retorno a los valores de los años 90? El fenómeno es ambivalente. Hay cada vez más reclamos de derechos e institucionalidad a las autoridades, pero a la vez hay crecientes críticas implícitas a la democracia y sus políticos. Con que la gente quisiera una combinación de muchas libertades y mucha autoridad.
Una teoría alternativa es que el público no está pensando en esos términos contradictorios, ni haciendo muchos cálculos todavía, sino que se está guiando por la los rasgos personales de las figuras en escena. Simpático, eficiente, elocuente, serían algunos de los rasgos que hoy definen un lugar en las encuestas.
En la argumentación del libro Ni amnésicos ni irracionales, de Alberto Vergara, hay un lugar para considerar que el fujimontesinismo y sus epígonos representan valores que una parte de la población aprecia. No es una idea imposible de entender. La pregunta es por qué eso podría volverse mayoritario.
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