Lun, 01/18/2010
por Ignacio Klich*
En el transcurso de unas semanas, los presidentes de Israel, Irán y la Autoridad Palestina visitaron en noviembre pasado las principales capitales de Sudamerica en busca de reconocimiento y apoyo para sus respectivas políticas, en gran medida contrapuestas. Se trata de un acercamiento inédito, no exento de matices y contradicciones, en el que se mezclan objetivos geopolíticos e intereses comerciales, en línea con la emancipación de la región de la tutela estadounidense.
Como nunca antes, el pasado mes de noviembre fue testigo de un intento de acercamiento sin igual entre destacados jefes de Estado de Medio Oriente y América del Sur. Con metas afines, aunque desde posiciones diametralmente opuestas o contrastantes, los presidentes de Israel, Irán y la Autoridad Palestina recalaron en Brasilia, y el israelí Shimon Peres y el palestino Mahmud Abbas visitaron luego Buenos Aires. Abbas estuvo asimismo en Chile, país que recibió recientemente un centenar de refugiados palestinos(ver “Refugiados...”, pág. 7), y agregó a su itinerario una parada imprevista en Venezuela. Caracas también recibió al primer mandatario iraní, Mahmud Ahmadinejad, proveniente de La Paz, donde hizo escala tras su estadía en Brasil.

Los tres visitantes buscaban asegurarse, entre otros objetivos, el apoyo sudamericano para sus principales causas: la resolución del conflicto palestino-israelí y las secuelas de las ambiciones nucleares iraníes.
Parte de esa solución, la creación de un Estado palestino, ya fue aprobada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1947, con un mayoritario apoyo latinoamericano al plan de reparto de Palestina entre un Israel independizado en mayo de 1948, y una república palestina que todavía resta concretar, entre otras razones, debido al rechazo árabe a la partición (1). Una república tal, en paz con Israel y con una geografía cercana a la de 1967 –menor a la de la partición– es la meta de una fracción de los israelíes, incluso en su gobierno. Pero la negociación palestino-israelí está en punto muerto debido al impune incumplimiento, mayormente israelí, de la Hoja de Ruta fijada por Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Rusia y la ONU; el deseo de la actual coalición gubernamental israelí de negociar sin precondiciones, conciliando la búsqueda de paz con la expansión de las colonias en los territorios ocupados; el conflicto entre Fatah y Hamas, y la negativa por parte de Estados Unidos de otorgarle a este asunto la prioridad y el tiempo invertido por el entonces presidente estadounidense James Carter para lograr la paz egipcio-israelí.
Con esas coordenadas, la gira de Abbas arrancó cuando flotaba en el aire la posibilidad de que Estados Unidos y otros países –incluso latinoamericanos– reconociesen a una Palestina independiente, aun cuando carezca de algún atributo esencial para un Estado, como el control de fronteras definidas (2). Antes de concluido el viaje, empero, ya se sabía que Abbas, sin cartas para neutralizar la oposición israelí a esa independencia y carente de luz verde de Washington, se abstendría de proclamarla.
Conflictos y comercio
La gira de Peres tampoco logró su objetivo principal: contrarrestar el avance iraní. Su anfitrión brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció que retribuirá este año la primera visita a Brasil de un presidente iraní. Es más, según el boletín israelí Debkafile (3), el canciller brasileño Celso Amorim estuvo poco después en Teherán para comenzar con los preparativos: el viaje de Lula será la ocasión para firmar varios acuerdos, uno de ellos para el aprovisionamiento de uranio natural a Irán. Ello explicaría el tour de Amorim a una instalación en Ispahán, en compañía del director de la Organización de Energía Atómica iraní. Asimismo, dada la propuesta del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para que Irán envíe a Rusia su uranio, donde sería enriquecido y devuelto en varillas que hacen imposible su uso para fines militares, tampoco sorprende que el representante iraní ante el OIEA nombrara a Argentina como posible fuente de combustible nuclear para Irán (4), sea para enriquecer su uranio o proveerlo de uranio argentino.
Ya en 1988, Argentina fue contratada para suministrar uranio a Irán –como alguna vez se lo brindó a Israel, antes de la proclamación de la República Islámica– y atender el reactor experimental en Teherán, vendido por Estados Unidos en los años 1960 y abocado a producir isótopos para uso médico. Ello abrió la puerta para otros contratos nucleares con Irán, eventualmente cancelados por presiones externas cuando el ex presidente Carlos Menem alineó al país con Estados Unidos y sus aliados en Medio Oriente (5). De ahí la sospechada existencia de un vaso comunicante entre esa supresión y la sangrienta voladura de la sede de la mutual judía AMIA en Buenos Aires en 1994, especialmente por quienes se la atribuyen a Irán. Corresponde probar fehacientemente si la pista iraní, en vez de otras, es la acertada. Pero de verificarse así, ello significaría que el atentado contra la AMIA, con sus 85 muertos fue, en palabras de una periodista israelí hija de diplomáticos antiguamente acreditados en Buenos Aires, una “metástasis del conflicto mesoriental” (6). En este caso, parte de la lucha entre Israel y el mundo árabe y musulmán por el monopolio regional del primero sobre las armas atómicas (7). Visto el desenlace para Argentina (8), no sorprende que una averiguación estadounidense sobre el interés iraní en reiniciar el vínculo nuclear arrojase, en principio, resultados negativos.
Aun así, de convertirse Brasil en fuente de uranio para Irán, ello confirmaría que el rédito político de la gira de Peres fue exiguo, tanto más por el infructuoso cabildeo de instituciones judías estadounidenses para evitar que Ahmadinejad fuese recibido allí (9). En contraste, la actitud hacia Peres de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, estuvo coloreada por un protagonismo internacional más modesto, los atentados irresueltos y los desatendidos pedidos de la justicia argentina para indagar a ciudadanos iraníes sospechados de posibles roles en el ataque a la AMIA. Pero también por el lucrativo comercio exterior, que ha convertido a Irán en el principal mercado en Medio Oriente para Argentina. En 2008, las ventas argentinas a Irán rondaron los 1.100 millones de dólares, ignorándose por ahora si tal récord revela que las exportaciones triangulares, vía países del Mercosur y países árabes, han caído en desuso.
Fernández de Kirchner buscó ahorrarle a Peres encuentros desagradables con críticos de los crímenes cometidos durante la guerra de Gaza de diciembre de 2008-enero de 2009 y en una conferencia de prensa conjunta, reiteró los reclamos ventilados en la ONU sobre la por ahora no realizable indagatoria a sospechosos iraníes. Pero la Presidenta argentina también aprovechó una pregunta sobre los nexos con Venezuela –país que es visto por los israelíes como el mayor aliado regional de la República Islámica desde antes de su ruptura de relaciones con el Estado hebreo en 2006 (10), pese al poco publicitado disenso de Hugo Chávez con Ahmadinejad respecto del Holocausto y la existencia del Estado de Israel (11)– para afirmar que nadie le elige amigos a Argentina. Eran las mismas palabras que había empleado en Nueva York ante un cuestionamiento similar realizado por una delegación de líderes judíos estadounidenses (12), un mensaje de fácil decodificación para su huésped y soportes: obviar el fútil fomento del corte de lazos de Argentina con Irán (13).
Por su parte, Brasil ha sido el principal abastecedor latinoamericano de Irán, seguido a distancia por Argentina, que sin embargo ha logrado acercarse al significativo saldo comercial favorable acumulado por Brasil, ya que apenas adquiere en ocasiones azafrán y pistachos iraníes, a diferencia del petróleo que también integra la nómina de importaciones brasileñas. Si bien la atención de Brasilia al comercio con Teherán se remonta a la crisis energética de 1973, que desató una vigorosa campaña de exportación del país sudamericano a sus proveedores de petróleo, fue el quiebre de las relaciones estadounidenses con el Irán post-sha lo que despertó el interés iraní por adquirir en Brasil, en Argentina y también en el resto de la región, parte de lo comprado antes en Estados Unidos.
El desafío de Brasilia
Cultivar relaciones con Irán es asimismo funcional a la aspiración de Brasil a ocupar una plaza permanente en el Consejo de Seguridad, deseo para el que necesita del apoyo de países en desarrollo. Pero también de Estados Unidos, la UE y otros, por lo que los comentarios de Lula sobre las ambiciones nucleares iraníes no se apartaron de la posición de los países centrales: son aceptables si están ceñidas al uso pacífico de la energía atómica. A tono con Estados Unidos e Israel, Brasil también instó a Abbas a ser candidato para la elección presidencial de la Autoridad Palestina. Todo ello parece haberle ganado evitar ser nombrado especialmente como parte de la lista de países latinoamericanos a los que la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton llamó a eludir la “mala idea” de estrechar relaciones con Irán, aun cuando los resultados de la visita a Brasil, de verse confirmados, serían el avance más significativo de Ahmadinejad (14).
La actitud de Lula es más problemática para Israel. La respuesta brasileña a las mencionadas gestiones de instituciones judías, elogiando la oportunidad que significa acceder a todas las partes de un conflicto, y el reportado acuerdo de venta de uranio son difíciles de digerir. A contrapelo del National Intelligence Estimate estadounidense de 2007, según el cual Irán abandonó años antes la idea de producir armas atómicas –reteniendo la capacidad para retomarla–, Israel acentúa la dimensión militar del programa iraní, que amenaza con poner fin al monopolio regional israelí sobre las armas atómicas. No obstante la opacidad israelí sobre el tema, destacadas fuentes calculan que Israel, que es miembro del OIEA, pero no signatario del Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP), cuenta con un arsenal conformado por no menos de 80 bombas atómicas y hasta más de 400 (15). Difíciles de emplear en Medio Oriente sin consecuencias para la propia población israelí, sirven como elemento disuasivo y para tratar de dictar condiciones: no en vano, Ephraim Sneh, ex viceministro de Defensa israelí, afirmó no querer tener que negociar con los palestinos, con un Irán dotado de ojivas nucleares en el entorno. Idéntica racionalidad alienta a los soportes de Israel en el Congreso estadounidense a considerar limitar la financiación a Brasil de entes oficiales estadounidenses como el Ex-Im Bank, castigando así sus vínculos con Irán. Según el boletín estadounidense Stratfor (16), ello podría afectar inversiones potenciales por 174.000 millones de dólares para desarrollar el sector energético brasileño.
Resta saber si la Casa Blanca acompañaría al Congreso en ese afán ya que en ausencia de medidas semejantes por parte de Europa, Rusia y China, toda restricción estadounidense corre el riesgo de tornar más fácil la labor de sus competidores en Brasil. ♦
Refugiados palestinos en Chile
En 2007, mediante una medida poco conocida, Chile accedió al afincamiento de una centena de refugiados palestinos venidos de Irak. Desde la invasión estadounidense de 2003, y con variado éxito, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha intercedido ante varios países, algunos latinoamericanos, en favor de palestinos que, buscando alejarse del teatro bélico iraquí, no lograron cruzar sus fronteras, tanto por la endeblez de sus documentos como por los problemas que tan masivo flujo de migrantes provenientes de ese país dislocado genera para Jordania y Siria.
Sin embargo, su llegada a Santiago en 2008 no estuvo exenta de debate en la colectividad palestina y otros ámbitos chilenos. Si bien el Comité Democrático Palestino de Chile la consideró una medida humanitaria, también explicitó su expectativa de que la acogida chilena y de otros países no obstaculice la resolución de la cuestión de los refugiados de las guerras de 1948-49 y 1967, mediante su reinserción en el Estado de Israel (1).
El Comité Democrático actuó, sin duda, en sintonía con un elemento central de la postura palestina: la protección del derecho al retorno de los refugiados a su lugar de origen, aldeas y pueblos reconvertidos entretanto por Israel. El derecho al retorno de los palestinos quedó de hecho consagrado en la resolución 194 de la ONU, que ya en 1948 declaró que aquellos “que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos deben ser autorizados a hacerlo”. Pero, esa postura es distónica con la de sucesivos gobiernos israelíes, opuestos a un retorno masivo de palestinos que jaquearían su tejido demográfico mayoritariamente judío.
Sin duda, la cuestión de los refugiados es uno de varios asuntos espinosos que requieren de delicadas concesiones, de buscarse una solución consensuada. Si lograra suficiente apoyo internacional, la preferencia israelí sería la más completa abdicación palestina al ejercicio del derecho a retornar. Así, dependiendo del tenor de la voluntad internacional para sustentar económicamente el éxito de un acuerdo israelo-palestino, dista de ser descartable todavía la posibilidad de que una fracción de los refugiados acabe radicada en países ajenos al Estado palestino e Israel.
A juzgar por tempranas averiguaciones israelíes en la Argentina del primer peronismo, apuntadas a propiciar en los años 1950 el asentamiento aquí de refugiados palestinos reales o potenciales (2), las autoridades israelíes estarían interesadas en la búsqueda de terceros países. Y no sólo para reducir el número de los que finalmente tendrá que absorber Israel, sino también para ponerse a resguardo de aquéllos en los territorios palestinos que confrontados con posibles dificultades seguirían albergando expectativas retornistas.
Entonces, la gimnasia del ACNUR parece haber permitido en lo inmediato abreviar las vicisitudes de palestinos varados en las fronteras de Irak, y explorar en paralelo la posibilidad a más largo plazo de que distintos Estados se avengan algún día a la radicación de refugiados, en caso de que les sea requerido por la comunidad internacional. ♦
(1) En total, son casi 5 millones, asentados con distintos grados de precariedad en países árabes en derredor de Israel.
(2) Ignacio Klich, “The Chimera of Palestinian Resettlement in Argentina in the Aftermath of the First Arab-Israeli War and Other Similarly Fantastic Notions”, The Americas, Vol. 53, N° 1, 1996, pp. 15-43.
I.K.
REFERENCIAS
(1) Décadas después, uno de los más fervientes defensores de la partición y del sionismo, el uruguayo Enrique Rodríguez Fabregat (embajador ante Naciones Unidas en 1947, y luego uno de los fundadores del Frente Amplio), concluyó que el mundo no había considerado suficientemente a quienes perdían algo a través de la fragmentación y la repartición de una Palestina hasta entonces bajo mandato británico.
(2) En palabras de Saeb Erekat, miembro de la comitiva de Abbas, se trataba de buscar “ratificar el apoyo latinoamericano a un Estado palestino sobre las fronteras de 1967, con Jerusalén Oriental como su capital”, Palestinalibre.org, 16/20-11-09.
(4) Kaveh L. Afrasiabi, “Iran looks to Argentina for nuclear fuel”, 9-11-09, www.voltairenet.org/article162834.html
(5) Para 1992, se habían cancelado una planta purificadora de uranio natural y de conversión en dióxido de uranio, y otra para fabricar elementos combustibles, ambas para el centro de Ispahán: Nucleonics Week, Nueva York, 2-4-92, 24-9-92, y 1-10-92.
(6) Yael Lotan, “Antisemites”, Hagadah Hasmalit, Tel Aviv, 10-3-07.
(7) Ya en 1968, el presidente de Estados Unidos Lyndon B. Johnson afirmaba que la demora israelí “en suscribir el Tratado de No Proliferación nuclear (TNP) provocará el aumento, no el descenso, de las presiones sobre otros países de la región para desarrollar o adquirir armas nucleares”. Véase Avner Cohen, Israel and the Bomb, Columbia University Press, Nueva York, 1998, p. 315.
(8) Tales secuelas parecen incluir otro par de episodios no esclarecidos: el ataque en 1995 a un encargado de negocios iraní, Ali Rajavi Yazdi, y el posterior acto de vandalismo hacia un hogar árabe islámico de Cañuelas, vinculado a una mezquita de inspiración iraní.
(9) Una evaluación total, inclusiva de la dimensión comercial, quizás deba matizarse con los logros de los hombres de negocios que acompañaban a Peres, en carrera por contratos de comunicaciones y seguridad para los Juegos Olímpicos que se llevarán a cabo en Río de Janeiro en 2016. Véase “Peres attends Shabbat ceremony in Brazil”, Ynet, Tel Aviv, 13-11-09.
(10) Parte de los costos diplomáticos de la segunda guerra del Líbano, la ruptura venezolana fue emulada por Bolivia, y precedió a la decisión de Costa Rica y El Salvador de mudar sus embajadas de Jerusalén a Tel Aviv, donde están ubicadas todas las representaciones latinoamericanas en Israel. De ahí el interés hebreo en neutralizar el ejemplo bolivariano, también responsable de facilitarle contactos a Ahmadinejad con Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
(11) Véase la entrevista de Barbara Walters a Hugo Chávez en la cadena ABC, Nueva York, 16-3-07,www.youtube.com/watch?v=kDaSJ23DRjs
(12) La Nación, Buenos Aires, 24-9-06.
(13) A fines de 1994, las relaciones diplomáticas con Irán fueron llevadas al nivel de encargados de negocios. El vínculo se volvió más precario en 1998, luego del retorno forzado a Teherán del agregado cultural iraní Mohsen Rabbani, sospechado de la compra del vehículo para el atentado de la AMIA. La cancillería pidió que fuese retirado, argumentando que llevaba casi década y media en Buenos Aires. Los iraníes respondieron a la medida desautorizando el regreso a Teherán del agregado comercial argentino, lo que llevó al canciller Guido Di Tella a reducir la relación hasta su mínima expresión, reclamando igual número de diplomáticos y administrativos en ambas capitales, pero obviando el corte de relaciones. Durante el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), el canciller Rafael Bielsa aclaró que Argentina no admitiría “presiones de quienes quieren que rompamos relaciones diplomáticas con Irán”; en los hechos, tal es la postura argentina actual.
(14) “Clinton warns Latin America: Think twice about Iran Ties”, Haaretz, Tel Aviv, 11-12-09.
(15) En 1986, información aportada por un ex técnico de la planta nuclear israelí en Dimona, permitió calcular que el Estado hebreo ya tenía acumuladas entre 100 y 200 bombas de fisión. Véase, por ejemplo, Inigo Gilmore, “Israel reveals secrets of how it gained the bomb”, Daily Telegraph, Londres, 23-12-01; y SIPRI Yearbook 2009, Stockholm, www.sipri.org.
(16) Austin, 25-11-09.
*Historiador. Compilador de Árabes y judíos en América Latina, Siglo XXI Iberoamericana, Buenos Aires, 2006; y (junto a Cristian Buchrucker) de Argentina y la Europa del nazismo. Sus secuelas, Siglo XXI Iberoamericana, Buenos Aires, 2009.
© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
No hay comentarios:
Publicar un comentario