martes, 30 de marzo de 2010

Juicios incontrolables


Mirko Lauer
El pedido de que no se adelante juicio sobre el intercambio electrónico Rómulo León-Rafael Rey, formulado por este último, nos obliga a detenernos un poco sorprendidos en medio de la tarea periodística. ¿No es acaso una competencia por adelantar juicios lo esencial en la política y el periodismo en el Perú de hoy?
Los prestigios y la popularidad de la denuncia y de la primicia combinados fomentan las acusaciones y aceleran las conclusiones como no pueden hacerlo ni policías ni jueces. No debe sorprender: periodismo y ambición política son finalmente parte de un agilito sector privado.
Cuando todo ha sido dicho, su obligación primera es avanzar su propia ficha.
En lo particular todos adelantamos juicio. Lo hacemos desde nuestra ideología, nuestras simpatías, nuestro dominio infuso de la fisiognomía. Es decir, que en nuestro fuero interno sentenciamos gente del candelero antes de que esta haya pasado por el sistema justicia. ¿Perdemos mucho sueño al descubrir que nos hemos equivocado?
Sucede que como las causas célebres duran años, por no decir que nunca concluyen, los juicios adelantados también son muy durables, y a veces hasta parecen de acero inoxidable. ¿Cuándo es la última vez que han visto a un medio o a un político lamentar haber adelantado un juicio, I.e. hecho una acusación, que luego resultó falso?
El propio ministro Rey debe de haber adelantado serios juicios contra su actual presidente en el Congreso de 1990-1992. Sus actos en el milenio siguiente muestran que cambió de parecer. Pero que adelantó juicios, los adelantó. Por eso ahora sabe lo perversa que puede ser esa práctica, y nos llama a no caer en ella.
¿Pero no es periodismo y política una gran fábrica de adelantar juicios, digamos que lo más responsablemente posible, bajo la especie de orientar las opiniones? En realidad lo de no adelantar es algo que se les pide a los jueces, porque de ellos depende la asepsia de los juicios, y por ende la suerte de los encausados.
Pero nosotros en el periodismo o la política queremos pensar que nos es posible borrar nuestro titular de hoy con el de mañana. Que no tenemos el poder del juez, sino simplemente el privilegio de hablar un poco más alto en la plaza pública. Pero que lo digan todos esos condenados o absueltos desde el poder político o mediático.
El ministro Rey no nos puede pedir que no adelantemos juicio. Sería injusto para todos los que ya han sido condenados y exculpados de antemano por medios y políticos en el caso petroaudios. Deje que sus fans lo declaren libre de toda culpa, y sus enemigos lo declaren culpables por adelantado. Es lo moderno.

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