Oiga vicealmirante Giampietri, el país no es un cuartel.
Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
Cada vez que escucho declarar al vicealmirante Luis Giampietri –especialmente cuando lo hace junto a su ‘mini mi’, el ministro de Defensa Rafael Rey–, me despierta un alanismo furibundo de solo imaginar la posibilidad de que este misil antidemocrático que es el primer vicepresidente de la República pudiera un día reemplazar, de manera permanente, al presidente Alan García.
Giampietri reiteró ayer, durante la sesión de la comisión de Defensa del Congreso a la que asistió Rey para explicar el misil fallido, su escasa comprensión y respeto por un principio fundamental de una democracia como la libertad de expresión.
Ambos, Giampietri y Rey, demostraron no tener ninguna correa ni estar para bromas, pues en la cita se dedicaron, de manera insólita, a responder los comentarios irónicos de Jaime Bayly en la última edición de El Francotirador.
“Como peruano me duele que un hecho fortuito (…) origine en algunos bromas o burlas que afectan el honor y la buena fe con que se ha actuado”, dijo Rey, quien se quejó particularmente del hecho de haber sido, él mismo, “objeto de burla”.
Y con el tacto que no lo caracteriza, el vicepresidente Giampietri fue más allá que Rey y lanzó una de las pachotadas antidemocráticas a las que ya nos tiene acostumbrados:
“Yo entiendo que en este país exista libertad de expresión, está en nuestra Constitución y debe ser respetada lo más posible, pero en memoria de todos los caídos en la guerra subversiva, yo creo que esta comisión debería expresar su total rechazo al programa (de Bayly) por ser ofensivo para las FF.AA. El que no le gusten las FF.AA. no quiere decir que tenga licencia para decir barbaridades de las FF.AA. El sistema de canales o la sociedad nacional de prensa debe autocensurar este tipo de actitudes que solo traen abajo la moral de la gente”.
No hay duda de que Giampietri tiene un sancochado en la cabeza pues, por ejemplo, ¿qué tiene que ver el papelón del misil con los héroes de la lucha antiterrorista? Además, ¿tan baja está la autoestima castrense que una simple broma puede poner cuerpo a tierra el estado de ánimo en los cuarteles?
A su vez, las proclamas censoras de Giampietri simplemente lo colocan como lo que en verdad es: un misil antidemocrático, y esa misma visión es la que tiene el ministro Rey, solo que este se cuida de no meter (tanto) la pata.
Con un vicepresidente como el que tenemos, es obvio que la salud del presidente Alan García constituye un asunto prioritario de la agenda nacional, lo que no exime de preguntarse por qué designó a alguien con tan pocas convicciones democráticas para reemplazarlo en la eventualidad de que algo malo le ocurriera.

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