Augusto Álvarez Rodrich
Alejandro Toledo entra a la cancha de la elección 2011.
Para un político experimentado como Alejandro Toledo, que ha demostrado capacidad de manejar los ritmos e identificar las oportunidades de una campaña, el crecimiento que ya está registrando en las encuestas puede estarle llegando antes de tiempo, pero sirve para recordarles al elector y a sus rivales que este candidato no estaba muerto ni andaba de parranda, sino calculando el momento para convertirse en uno de los animadores de la carrera 2011.
La más reciente expresión de dicho repunte vino con la encuesta de la PUCP que registró un alza de 6 puntos en marzo, subiendo su intención de voto a 14%. Es cierto que la medición solo es de la capital y que habrá que ver cómo le va en provincias, pero es, en cualquier caso, una señal de que mal no va.
Carlos Castro planteó el domingo en este diario que a Toledo lo puede estar beneficiando el ‘conversao’ que ha hecho con Lourdes Flores. En efecto, parece haberle convenido el joint venture que ha establecido con la presidenta del PPC para enfrentarse a la corrupción, diseñando una figura en la que ambos se exhiben como una especie de Batman y Batichica que pelean contra Acertijo Kouri y Gatubela Keiko, respectivamente, en las arenas municipal y presidencial de esta política Caótica.
Otro factor que lo puede estar ayudando es haberse convertido en el archienemigo del presidente de la República. Cada vez que se da una vuelta por el Perú, lo cual está haciendo con más frecuencia, Toledo demuestra ser el político que más irritación le produce a Alan García. En un momento en el que muchos candidatos andan haciendo esfuerzos para que este los apadrine, marcar distancia con Palacio puede ser positivo.
Por su parte, Fernando Tuesta y David Sulmont apuntaban en el último suplemento Domingo que las fortalezas electorales de Toledo son: ubicarse a la derecha de Ollanta Humala y a la izquierda de Keiko Fujimori y Luis Castañeda; ser valorado por ciertos sectores clasemedieros en las capitales por su rol en el colapso del fujimontesinismo; y tener experiencia gubernamental relativamente exitosa, así como de candidato.
En efecto, Toledo parece, con esa ambigüedad que lo vuelve candidato multipropósito al alcance de todo nivel socioeconómico, la versión ‘chicha-nuevo siglo’ de Fernando Belaunde, lo que es muy bueno en una elección.
No tiene el éxito asegurado en el 2011, que sería su cuarta campaña presidencial, pero sí se perfila como un surfista curtido a la espera de que llegue la ola correcta para lanzarse tras ella. Mientras esta viene, se puede decir que, como candidato, Toledo no estaba muerto ni andaba de parranda y que será uno de los animadores de la campaña 2011.
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