Nelson Manrique
A fines del año 1971 el empresario alemán Herbert John identificó al SS-Obersturmführer Klaus Barbie, que se escondía en Lima bajo el nombre falso de Klaus Altmann. El cazador de nazis Serge Klarsfeld afirma que la carta que le entregó este dato precioso estaba firmada por Herbert John y Luis Banchero Rossi.
¿Por qué firmó Banchero esa carta, que aparentemente se convirtió en su sentencia de muerte? No parece verosímil que lo hiciera por razones políticas: Banchero era un empresario pragmático y no le convenía enajenarse el respaldo de quienes mantenían relaciones con miembros de la comunidad alemana en el Perú, aunque algunos tuvieran antecedentes nazis, como Friedrich Schwend (Albert Brun, el legendario director de la agencia France Presse, se refería a él como “el nazi que todo el mundo conocía”), en cuya casa de Chaclacayo residía Barbie. Una versión apunta a que Banchero estaba siendo extorsionado por la red nazi; pudo haber creído que denunciando a Altmann/Barbie podría obligarlo a abandonar el país, sin medir la peligrosidad del personaje. La red nazi de AL no se detenía ante nada: a Beate Klarsfeld, a su retorno de Bolivia, le enviaron una bomba en Francia (afortunadamente fue descubierta) y luego le volaron su automóvil. Según Caretas (Nº 451, 31/1/1972) Friedrich Schwend, el socio y anfitrión de Barbie, trabajaba como asesor del gobierno peruano en “inteligencia tributaria” y montaba operaciones de extorsión contra empresarios a los cuales denunciaba, para a continuación “salvarlos”, previo el pago de onerosos rescates.
Es muy sospechosa la protección que el entonces ministro del Interior del gobierno militar, Pedro Richter Prada, brindó al fugitivo nazi para que éste pudiera abandonar el país luego de ser desenmascarado. Para Barbie era de vida o muerte refugiarse en Bolivia, donde tenía el respaldo del presidente Banzer y estaba protegido por la ausencia de un tratado de extradición con Francia. De hecho el embajador francés en Lima, M. Chambon –un sobreviviente de Auschwitz–, solicitó al gobierno la detención de Barbie, pero le informaron que en ese momento el criminal nazi había cruzado la frontera. También quedó burlado José Santos Chichizola, el juez ad-hoc del caso Banchero, quien había dictado orden de detención contra el nazi. El respaldo oficial a Barbie fue ostentoso: para cruzar la frontera se le embarcó en un auto al que le habían colocado la placa del automóvil del embajador de Hungría en el Perú (Caretas, ya citado). Serge Klarsfeld, Albert Brun y el juez Santos Chichizola han señalado unánimemente a Richter Prada como el facilitador de la fuga de Barbie.
Aparte de las razones empresariales, otra clave que ayuda a entender el apoyo a Barbie puede encontrarse en las fuertes relaciones que este y la red nazi tenían con la CIA y los gobiernos represivos de AL. La CIA –y su antecesor, el CIC– ayudó a varios nazis como Barbie a huir de Europa luego de la II GM, y recurrió a ellos durante el periodo del terror instaurado por las juntas militares en el Cono Sur en los años 70. Barbie participó en la represión como torturador en Bolivia y otros nazis prestaron servicios similares en otros países. Walter Rauff, el inventor de la cámara de gas portátil, colaboró con Augusto Pinochet y diseñó campos de concentración, como el de la isla Dawson. Paul Schaeffer, fundador del bastión nazi en Chile llamado “Colonia Dignidad”, prestó sus instalaciones para torturar y desaparecer a militantes izquierdistas (recientemente fue condenado a cárcel, por abusar sexualmente de 26 niños). Cuando Barbie montó el golpe de Estado que llevó al poder a Luis García Meza contó con el apoyo de connotados torturadores argentinos de la Triple A, comprometidos en la Operación Cóndor, como Alfredo Mario Mingolla, González Bonorino y otros.
Actualmente Pedro Richter Prada y Francisco Morales Bermúdez están solicitados por la justicia italiana por el secuestro de un grupo de militantes montoneros perpetrado en Lima por agentes argentinos, que los torturaron en las instalaciones de la marina de guerra del Perú de Playa Hondable y luego los desaparecieron, dentro del marco de la Operación Cóndor. Es una tarea pendiente estudiar la relación entre este proyecto criminal y la red nazi latinoamericana.
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