viernes, 14 de mayo de 2010

El jefe (¿impoluto?)


Por Sinesio López Jiménez
El Apra ha sido escenario en estos últimos días de una pequeña guerra política que ha dejado  muertos, heridos y contusos. He aquí el telegráfico parte de guerra: elección de dos secretarios generales del Apra para resolver los conflictos de las tendencias internas; divulgación en los medios de viejos y nuevos petroaudios que involucran a uno de los secretarios generales; denuncia de corrupción en Cofopri que dirige el otro secretario general; García da ultimátum a los flamantes dirigentes para que abandonen sus cargos y condena a los corruptos del partido; Omar Quezada renuncia a la dirección de Cofopri y manifiesta su disposición a dejar la secretaría general; Del Castillo se resiste y convence a Quezada a hacer lo mismo; García y los medios vuelven a la carga acusando a los secretarios generales de desacato; Caretas defiende a Del Castillo y embarra a Quezada con un antiguo delito de su hermano; García dialoga con Del Castillo y le tuerce el brazo y Del Castillo abandona la secretaría general; la Comisión Política (CP) del PAP respalda a Quezada; García presiona a través de Velásquez Quesquén a la CP para que deje caer a Quezada; los medios y García esperan que en la celebración de los 86 años del Apra Quezada anuncie su retiro; Quezada recibe el respaldo de las bases apristas y el aliento a seguir en la lucha de un respetado e histórico líder del partido;  los medios siguen la campaña contra Quezada; Velásquez Quesquén afirma en la CP que García renunciaría al Apra si no se repliega Quezada;  la CP cede y Quezada abandona el barco.   
¿Qué lectura política se puede hacer de este escueto parte de guerra? El análisis es complejo porque tiene muchas aristas. En primer lugar, el conflicto se ha desarrollado a través de una compulsa desigual entre el poder de los medios y el de la otrora invencible organización del Apra. En segundo lugar, la ofensiva de los medios ha mostrado un alto nivel de coordinación entre ellos,  más allá de las diferencias políticas que diariamente exhiben.  En tercer lugar, los medios han actuado de la mano con García con el propósito común de desbarrancar a los secretarios generales del Apra acusados de corrupción.  No es sólo el escándalo lo que ha unido a los medios sino el mismo objetivo político, que era también el de García: el hundimiento de Del Castillo y Quezada. García ha sido, sin duda, el director de orquesta de esta intensa campaña contra los secretarios generales acusados de corrupción. En cuarto lugar, el desenlace muestra la fuerza avasalladora de la coalición del poder político con los medios.  Es probable que si hubieran actuado por separado no hubieran obtenido una victoria aplastante. En quinto lugar, el conflicto exhibe la debilidad del Partido Aprista como organización en todas sus instancias, sobre todo en su CP que se doblegó fácilmente ante la amenaza de García. Esto significa que el Apra se siente poco o nada sin García, quien, por el contrario, se siente todopoderoso aun sin el APRA.
¿Qué resultados ha producido esta guerrita? Varios. Pero los más importantes son los siguientes: Serio debilitamiento del Apra no sólo por las acusaciones de corrupción sino también por el descabezamiento que ha sufrido en manos de García. La organización ha sido maltratada y ha sufrido profundas heridas, difíciles de curar. Su papel será irrelevante en las elecciones del 2010 y en las del 2011. La victoria de García lo catapulta a la jefatura del partido, su sueño dorado. Ser como Haya. Pero ¿tiene la estatura intelectual, política y moral de Haya? La respuesta queda abierta. Las aspiraciones presidenciales de Del Castillo han sido sepultadas, al menos para 2011. García pierde el blindaje y la lealtad que le ofrecían el Apra y sus líderes. Puede desatarse la guerra de la revelación de los secretos en cadena. El ex ministro Pastor ya comenzó diciendo la verdad sobre el indulto a Crousillat.

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