Por Pedro Francke
El reciente Marco Macroeconómico Multianual del MEF dice que la desigualdad, medida a través del indicador Gini, ha bajado de 0.54 a 0.47 entre el 2003 y el 2009. Repitiendo el dato, un reciente informe del IPE polemiza con quienes hemos criticado este modelo económico porque concentra los ingresos, ¿tendrán razón?
Pequeño olvido
Los cálculos del MEF incurren en un pequeño olvido: no consideran las ganancias de las transnacionales que se encuentran en nuestro país. Los capitales extranjeros tuvieron utilidades netas de 239 millones de dólares anuales en promedio en el periodo 1998-2002. Esas ganancias subieron muy rápidamente, pasando el 2003 a 1,112 millones, llegando el 2007 a 7,788 millones, el 2008 a 8,346 millones y el 2009 –año de crisis– a 7,064 millones de dólares. Este año 2010, recuperados los precios del oro y el cobre, las ganancias de las trasnacionales deben volver a estar bien por encima de los 8 mil millones de dólares. Si calculamos su equivalente en soles, los grandes capitales extranjeros ganan la friolera de 22 a 23 mil millones de soles al año.
Para que se hagan una idea de cómo influye esto en la distribución, el sector más pobre, compuesto por casi 3 millones de peruanos en pobreza extrema, tiene ingresos de apenas 72 soles mensuales. Si juntamos todo lo que ganan todas esas familias en un solo pozo, esos casi 3 millones de pobres logran sumar 2 mil 500 millones de soles al año. Las transnacionales, por sus operaciones en el Perú, tienen ahora ganancias que son 9 veces esa suma. Unas pocas empresas ganan nueve veces más que 3 millones de peruanos. Uuups, una enorme manada de elefantes pasaba frente a sus narices pero nuestros amigos del IPE y del MEF no se dieron cuenta.
Consideremos ahora al 40 por ciento de peruanos de menores ingresos. El gobierno no considera a todos ellos como pobres, pero por varias razones probablemente lo sean. Son casi 12 millones de peruanos, su ingreso promedio es de 150 soles mensuales, y la suma de todos sus ingresos es menos de 21 mil millones de soles. Haciendo la comparación, vemos que las ganancias de las transnacionales son más que lo que ganan 12 millones de peruanos. De ese tamaño es la manada de elefantes que el IPE y el MEF dejaron de ver.
Alguien podrá decir que no hay que fijarse en la foto, sino en la película. Somos un país muy desigual, la cuestión es si esa desigualdad ha disminuido o no. Eso es lo que dicen el MEF y el IPE. Analicemos el punto.
Dice el MEF que los ingresos de los peruanos más pobres han aumentado 80 por ciento entre el 2003 y el 2009. Cifras muy discutibles, basadas en encuestas que de acuerdo a la ciencia estadística no pueden compararse unas y otras, y que muestran para ese mismo periodo un aumento del consumo de esos hogares que no llegan ni a la cuarta parte. Pero por grande que sea esta discrepancia, aún inseguros acerca de si los más pobres mejoraron 20 por ciento u 80 por ciento, si lo comparamos con las ganancias de las transnacionales que en ese periodo aumentaron 700 por ciento, no cabe duda quien creció más. Ninguna duda.
Ya se sabía
Técnicamente, las ganancias de las transnacionales, siendo parte del PBI, no son parte del ingreso nacional. Es evidente, sin embargo, que si queremos entender lo que pasa en el país con la distribución, no podemos obviar al capital extranjero ni sus ganancias. ¿Podríamos acaso dejar de lado a las transnacionales en un análisis del crecimiento económico, de la minería, de las finanzas, de los servicios o de la tributación? Un análisis de la fauna que incluye a todos los animales excepto a los que pesan más de cinco toneladas y son grises, no tiene ningún sentido cuando un centenar de elefantes se cruza en el camino.
Además, por cierto, en este artículo me he dedicado a resaltar las ganancias del capital extranjero, pero es evidente que en los datos de distribución del MEF-IPE tampoco están considerados los grandes grupos económicos nacionales, como Brescia, Benavides y Romero.
La crítica que hago no es nueva. La metodología del MEF, que utiliza exclusivamente las encuestas de hogares y deja de lado las grandes fortunas, ha sido criticada hace tiempo. Esta crítica fue bien expresada el 2001 por Martin Ravallion, del Banco Mundial: “No es raro que los ricos sistemáticamente se rehusen a responder las encuestas o que sean imposibles de encuestar”.
Los fundadores de los estudios sobre distribución de ingresos en el Perú, Richard Webb y Adolfo Figueroa, jamás hicieron cálculos de una manera tan simplista como equivocada y siempre prestaron atención a quienes concentran la riqueza. Más recientemente, en un estudio del 2007 Gustavo Yamada y Juan F. Castro, dos colegas de Mercedes Aráoz en la Universidad del Pacífico, reestimaron los cálculos sesgados basados en encuestas de hogares, y estimaron que para el 2004 el Gini no fue de 0.48 sino de 0.69, es decir 44 por ciento más alto, y que en los 7 años anteriores no había disminuido en 2 por ciento sino aumentado en 12 por ciento.
Ningún misterio bajo el sol. Solo el MEF - IPE tratando de tapar el sol con el dedo. Pero esa enorme manada de elefantes, constituida por las gigantescas ganancias de transnacionales y grandes empresas, sigue allí, atropellando y haciendo sentir su presencia. La enorme y creciente desigualdad de ingresos en el Perú está a la vista y resulta demasiado difícil de ocultar.
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