miércoles, 9 de junio de 2010

El interés del conflicto

Por Augusto Álvarez Rodrich

Ánimo engatusador de la bancada aprista sigue invicto.
Nunca dejará de sorprender la creatividad invicta de la bancada parlamentaria aprista para seguir sacando, como conejos de un sombrero generosamente inagotable, nuevos argumentos para pretender la justificación de lo injustificable. Como lo han vuelto a hacer para ocultar el interés de mantener el control político –y lucrativo– que ya tienen en el Tribunal Constitucional (TC).
Como lo resumió ayer en La Razón el abogado aprista Humberto Abanto Verástegui, la bancada PAP intentó la semana pasada persuadir al compañero Luis Falla Lamadrid que votara en contra de la recomendación que él mismo había hecho al Pleno para la designación de los nuevos miembros del TC que deben reemplazar a los que ya cumplieron su mandato.
Falla y Javier Valle Riestra fueron los únicos apristas que votaron por el candidato Carlos Ramos Núñez, en discrepancia con el intento boicoteador del resto de su bancada, la cual está en la búsqueda, con la mayor avidez y codicia, de magistrados que defiendan sus fines políticos y, me temo, en el caso de algunos de sus miembros, de sus intereses comerciales.
Con el fin de encubrir la maniobra, sacaron un argumento que se parece a los que Vladimiro Montesinos le dictaba a la bancada parlamentaria fujimorista: no se puede votar por Ramos porque fue abogado de la Universidad de Yale en el conflicto jurídico con el Perú por piezas arqueológicas.
El argumento es falso pues ahora resulta que Ramos –a quien, mejor aclarar a tiempo, no he visto nunca en mi vida– no fue abogado de Yale sino que solo emitió un informe para absolver una consulta jurídica sobre el tema. Pero aun si hubiera sido el abogado, tampoco tendrían razón los compañeros.
Los conflictos de interés pueden aparecer a lo largo de la vida de un profesional. La diferencia entre las personas decentes y las que no lo son radica en la manera cómo se enfrentan y resuelven estas situaciones. Los indecentes viven de buscar el conflicto de interés para sacarle provecho particular.
En el supuesto caso de que Ramos fuera elegido para el TC, y el conflicto del Perú con Yale llegara a esa instancia, lo correcto sería que él se abstuviera de participar en esa decisión.
Eso es algo que les cuesta entender a varios parlamentarios apristas, quienes, en cambio, no ven ningún problema en que algunos de sus integrantes hayan sido cicerones del pirata dominicano de la suite para sus negocios oscuros.
Y es un tema que también les cuesta mucho entender a varios congresistas –de distintas bancadas– que no tienen la decencia de revelar sus relaciones pasadas ni actuales que les generan hipotecas vergonzosas y que contribuyen a fortalecer la imagen de corrupción –además de la mediocridad– que proyecta nuestro Parlamento.

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