La ministra y la Constitución
CARLOS REYNA
Puede ser que la Sra. Mercedes Aráoz no tenga muchas simpatías en el Tribunal Constitucional. Según dicen, no atiende el pedido de mejores sueldos para los asesores del TC y ni siquiera contesta las llamadas de los magistrados.
O puede ser que Cementos Lima tenga abogados y lobbystas excepcionales, como para haber logrado una sentencia del TC que la protege de la competencia de empresas extranjeras muy agresivas en su rubro.
O pueden ser ambas cosas. El hecho es que dicha sentencia, quizás sin querer, ha puesto en serios problemas la legitimidad del orden económico imperante en el país. Ha puesto en cuestión la compatibilidad de esta economía con al menos una parte del orden constitucional.
Al oponerse a una eliminación de los aranceles al cemento importado, el TC ha recordado que hasta esta Constitución prohíbe el abuso de los monopolios y que libre competencia significa, entre otras cosas, una regulación que garantice una relativa igualdad de condiciones entre competidores.
Refiriéndose a las prácticas de dumping que en este caso quiere prevenir el TC, el magistrado Carlos Mesía ha dicho: “El TC ha puesto a las empresas de cemento en pie de igualdad, que no se traiga cemento de afuera a precio barato y que se venda al mismo precio de las empresas nacionales”.
El problema para los partidarios del actual orden económico es que la lógica del TC para el cemento bien podría ser reivindicada por otros productores nacionales para sus respectivos sectores. Allí donde Mesía dice “cemento”, otros podrían colocar “textiles” o “productos agrícolas“, y reclamar mayor protección arancelaria ante el mismo TC.
Más allá de eso, lo que está recordando el TC es que la esfera económica no está liberada de obligaciones constitucionales. Que el MEF no es una cápsula autónoma respecto al marco constitucional. Que la Sra. Aráoz está tan obligada como el resto de ministros. Y eso quiebra la tesis neoliberal de una economía apolítica regida sólo por los oráculos del mercado.
No sé si otros aprovecharán la brecha abierta por el TC. Pero es posible que ella no se hubiera abierto si la ministra apreciara más las artes políticas y saliera menos como sacerdotisa del mercado. Ya antes propició lo de Bagua, ahora esto y encima viene lo de Olmos.
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