Andrés García
La piedra angular de la teoría marxista, se refiere al hecho de que es en la relación del hombre con los medios de subsistencia desde donde se levantarán todos los demás vínculos que el hombre establezca. A esta relación que entablan los hombres en función a la posesión de los medios de producción (de los medios de subsistencia), Marx la llamó relaciones de producción. De ahí que Marx llamara estructura a todas las relaciones que tuviera que ver con los medios materiales de preservar la vida y superestructura a todas las relaciones que se construían a partir de esa estructura, pero con una dinámica y una complejidad nada desdeñable. Lamentablemente, como ya hemos mencionado anteriormente, por cuestiones histórico-prácticas muchos marxistas desdeñaron el factor superestructural, creyéndolo un simple reflejo de la dinámica productiva. Como bien nos dice Osborn en su libro “Psicoanálisis y Marxismo”: “No podemos pues, considerar la mente como una simple cámara fotográfica que reproduce la realidad, debemos estudiarla como el factor culminante que diferencia al hombre del resto del mundo animal”.
En el fenómeno de la restauración capitalista tanto en la URSS., como en China, vimos claramente este fenómeno, el Estado y los medios de producción pasaron a manos de partidos comunistas dirigidos por notables comunistas, sin embargo al poco tiempo de la desaparición física de estos hombres, se empezaron a reinstaurar dinámicas de producción tanto en la esfera superestructural (a través principalmente del arte) como en la esfera estructural a través de la hipervaloración de los objetos. Cuando el proletariado toma el poder, es obvio que debe partir de la apropiación de los medios de producción y del estado para luego transformar el mundo de las ideas, pero cuando la burguesía restaura su poder, parte del poder que mantiene sobre la subjetividad, para desde ahí retomar el estado y los medios de producción. Es por ello que creemos necesario penetrar más en el mundo de las ideas, en el mundo de las emociones, donde es finalmente donde nacen y se sostienen las ideas a partir de las relaciones con el mundo objetivo. Entremos pues a este punto.
Una hipótesis sobre la génesis del desarrollo emocional del hombre.
Muchas veces, incluso los mismo marxistas hemos caído en una sobrevaloración del pensamiento racional del hombre, no en un sentido de potencia creadora, sino en el sentido de permanencia en el tiempo, esto es, en nuestra vivencia cotidiana, qué tan presente está nuestra capacidad de pensar, de cuestionar la vida. En estos procesos hay que tomar en cuenta las variables filogenéticas, es decir, las variable de la construcción histórica del hombre, tal y como hoy lo conocemos, “ya el biólogo y filósofo alemán Ernst Hackel sostenía en el siglo XIX que ¨la ontogenia resume la filogenia¨, es decir, que el desarrollo de un individuo pasa por los mismos estadios que el desarrollo evolutivo de la especie… Nuestro sistema alimenticio funciona de manera muy parecida a las criaturas tubulares que nadaban por los océanos primigenios hace más de quinientos millones de años, igual que nuestro sistema alimenticio.
Carl Sagan popularizó el modelo triuno del cerebro, que presenta el cerebro como tres cerebros separados y superpuestos cada uno representando una fase de la evolución.
1 .El complejo R o cerebro reptiliano, que “juega un papel” importante en la conducta agresiva, territorialidad, ritual y el establecimiento de jerarquías sociales. Apareció aproximadamente Hace 250 millones de años.
2. El sistema límbico (que incluye la glándula pituitaria) o cerebro mamífero, que principalmente controla nuestras emociones, probablemente surgió no hace más de 150 millones de años.
3. El neocortex, el cerebro primate, está más orientado que los otros hacia los estímulos exteriores. Controla las funciones más elevadas. Apareció en los mamíferos superiores hace varias decenas de millones de años.
La duración relativa del tiempo en que cada uno de ellos se desarrolló corresponde aproximadamente al control que cada uno de ellos ejerce sobre nuestras vidas”. (Intoducción a la Psicología Jungniana. R. Robertson).
De igual manera como el desarrollo del embrión humano representa ontogénicamente el desarrollo filogenético de la especie, y el desarrollo cognitivo del niño representa el paso del homínido al homosapiens, el desarrollo individual emocional del hombre, representa el desarrollo emocional de la especie, basándonos pues en el desarrollo triuno del cerebro, al analizar una clase social, debemos también incluir sus factores emocionales primarios, que son al fin y al cabo, poderosos motivos de movilización conductual y social, en suma pues, no sólo de razones vive el hombre, como bien dijo Marx, la sociedad capitalista desde el punto de vista proletario es aún una sociedad pre-histórica, no pretendamos pues explicarla solamente a partir de las partes más modernas de su psique, hay que “ensuciarse” un poco más las neuronas y comprender el mundo desde una perspectiva más primaria, pero no por ello menos intrincada y objetiva.
Uno de los grandes méritos del psicoanálisis de Freud fue encontrar un patrón organizado de desarrollo emocional en el niño, Freud se dio cuenta que los niños en los primeros meses de vida se mostraban totalmente desvalidos, como bien dice Erich Fromm: “El hombre carece de la adaptación instintiva a la naturaleza, carece de fuerza física, es, al nacer, el más desvalido de los animales y necesita protección durante mucho más tiempo que cualquiera de ellos. Cuando el hombre nace, tanto en cuanto especie como en cuanto individuo, es desplazado de una situación definida, tan definida como los instintos, a una situación indefinida, incierta y abierta”. A esta etapa, de total desvalimiento y dependencia del niño, Freud la llamó etapa oral (de 0 a 2 años), ya que era a través de la oralidad que el niño se relacionaba con el mundo. Desde el punto de vista filogenético, se podría comparar sin pretender exactitudes mecanicistas, a la etapa en la cual el hombre se relacionaba con la naturaleza de manera desvalida y dependiente, alimentándose tan solo con frutos y hojas, imaginemos el comunismo primitivo y al hombre juntándose en hordas para poder sobrevivir expuesto a las grandes bestias y en general a las inclemencias de la misma madre naturaleza. Pero el hombre es el único animal capaz de transformar el medio en que vive y empezó a modificar sus medios de subsistencia y al modificarlos se empezó a modificar el mismo, empezando a percatarse en germen de su potencia creadora. ¿Cómo se expresa esto en el aspecto individual u ontogénico? Aquí volvemos a Freud y a lo que él llamó la etapa anal (entre los 2 y los 3 años), en esa etapa el niño adquiere cierta dosis de conciencia y se da cuenta que el produce algo que es valioso para su entorno, los residuos sólidos y líquidos de lo que ha ingerido son valorados por la madre que intenta enseñarle a controlar esfínteres (quizá esto se pueda comparar en el aspecto filogenético, a cuando el hombre veía que en los sitios donde defecaba, las plantas crecían más rápido y mejor), y entonces el niño empieza a sentir que tiene cierto control sobre la naturaleza, en el caso individual representada por la madre, si nos quitamos las trabas mecanicistas podemos ver claramente la analogía entre el hombre que empezaba a sentir cierto poder sobre la naturaleza a través de la caza, la agricultura y los demás avances en cuanto a los medios de producción y al niño que empieza a ver a la hasta entonces todopoderosa madre valorando sus residuos fisiológicos. Acá hay que recalcar el análisis puramente marxista que se está haciendo para explicar el mundo emocional del hombre, ya que estamos partiendo de la relación del hombre con los medios de producción, con los objetos primarios. Mediante el trabajo, el hombre pues incrementaba el poder de las fuerzas productivas y por ende su control sobre la naturaleza, es fácil comprender que el desarrollo de esta dinámica terminaría incluyendo al mismo hombre dentro de los medios de producción con el esclavismo y todas las posteriores formas de explotación del hombre por el hombre. Circunscribiéndonos al terreno afectivo podríamos decir que el siguiente gran paso del hombre sería el brutal desarrollo de las fuerzas productivas conseguido con la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo, esto posibilitó que la clase dominante, ósea la burguesía, pudiera por primera vez en la historia romper con los matrimonios arreglados por necesidad material, y pudiera elegir pareja dentro de su misma clase, esto despertó poderosos demonios dormidos, y se reflejó comparativamente en el aspecto individual en lo que Freud llamó etapa fálica (3 a 5 años) o complejo de Edipo,(atracción que el niño siente hacia el padre del sexo opuesto) si bien es cierto Freud se equivocó al atribuirle predominantemente un carácter sexual y biológico, evidenció el conflicto típico dentro de la sociedad capitalista por el cual en un sentido el individuo es “libre” de elegir pareja o profesión, pero en otro se ve sometido a la brutal enajenación descrita por Marx, a la posibilidad de la ruina económica o de convertirse en una simple pieza de la maquinaria de producción capitalista.(vease “El Miedo a la Libertad de Erich Fromm).
Entonces el complejo de Edipo, principal generador de la llamada neurosis, no es más que el extrañamiento que siente el individuo al enfrentarse a una libertad fragmentada y engañosa, el individuo extraña la seguridad que le daba la madre en los primeros años de vida y busca angustiado un objeto sustituto que le devuelva la seguridad perdida, y generalmente pasa que el hombre busca una mujer con características psicológicas similares a la de la madre, pero esto implica un conflicto, ya que la humanidad prohibió el incesto en los albores de la civilización justamente para asegurar el desarrollo individual del hombre, para alejarlo de su tribu, de su clan, de la simbiosis y en última instancia de la muerte psíquica o la locura, entonces en pleno siglo XIX aparece la histeria, la patología afectiva del capitalismo pre monopolista.
Para entender esto a profundidad, hay que recurrir al concepto de alienación descrito genialmente por Marx, esto quiere decir que el hombre al potenciar increíblemente las fuerzas productivas, pero a la vez no someterlas a ningún control, genera que el individuo capitalista empiece a percibir la sociedad como sus tatarabuelos percibieron a la naturaleza, es decir, a ojos del hombre del mundo actual, la sociedad, la economía, y hasta las relaciones humanas son fuerzas sobre las que él no tiene ningún control, son fuerzas ciegas que a lo sumo pueden obedecer a ciertas leyes complicadas y lejanas que sólo algunos sumo sacerdotes llamados economistas, algunas veces entienden.
Entonces el capitalismo por un lado le dice al hombre: “eres libre de vivir tu vida según te parezca, no tendrás que ser campesino por el simple hecho de que tu padre lo fue, no tendrás que repetir una vida impuesta, sino que podrás construir tu mismo tu destino” ,pero por otro lado le dice: “!cuidado!, porque todo en el fondo dependerá de las leyes del mercado, el mercado ahora es tu Dios y a él te someterás.”
Entonces vemos la contradicción clásica dentro del capitalismo que da como resultado en el mayor de los casos, un individuo espantado en busca de algo o de alguien a quien entregarle esa terrible libertad.
Como bien ha analizado Lenin en “ Imperialismo, fase superior del capitalismo”, todo este desarrollo lleva a la transformación del capitalismo en Imperialismo, lo que conlleva a una mayor concentración de la riqueza en menos manos, y por lo tanto a una potenciación del factor de dependencia del hombre frente al mercado. Entonces pues, el capitalismo plantea en el terreno superestructural la contradicción libertad ( en el sentido de independencia) versus enajenación(en el sentido de dependencia frente a las fuerzas ciegas del proceso de producción capitalista), en el periodo pre monopolista del capitalismo, el aspecto principal de la contradicción era la libertad; en la etapa imperialista, el aspecto principal es el de enajenación. Aplicando esto al desarrollo emocional del hombre, vemos que esta contradicción insoluble dentro del marco capitalista, se va a reflejar como ya dijimos, por ejemplo ,en el llamado complejo de Edipo, que en el fondo es una inmensa piedra que imposibilita la maduración emocional del hombre, ya que generalmente, las vivencias emocionales del hombre adulto, no son más que una mera repetición de las que se vivieron en la infancia, es la misma obra con diferentes actores, no hay desarrollo, por eso es que en términos emocionales, el individuo del capitalismo sigue teniendo 5 años o menos, sin quitar que incluso gran parte de su construcción intelectual está contaminada por esta inmadurez emocional históricamente determinada. Por esto es que a pesar de todos los errores de Freud, sin darse cuenta contribuyó enormemente a la comprensión marxista del hombre, ya que así como Marx nos dijo: el hombre non es lo que dice ser sino lo que hace, Freud de alguna manera nos dijo: para entender mejor al hombre, hay que creer mas en lo que siente, que en lo que nos dice, o sea, hay que fijarnos más en el inconsciente que en el consciente. Es por esta razón que la sociedad capitalista es una sociedad prehistórica, porque el hombre construye su vida en base a carencias, tanto en el sentido material como en el subjetivo, y la tan mentada racionalidad burguesa es una racionalidad parchada, construida en base a carencias y muy proclive a justificarlas. Y acá pues es menester desmitificar un poco la visión que la izquierda ha planteado acerca del gran burgués, al gran burgués se le ha presentado como un ser omnipotente y malicioso que disfruta de hambrear a las masas, pero esto es en gran parte falso y en el fondo como dijimos en otro artículo ha llevado a una idealización de burgués camuflada de odio en gran parte de las masas revolucionarias del siglo XX, el burgués en sentido psicológico es un ser desvalido e inseguro que se ve forzado a acumular objetos(entiendase objetos como dinero, casas, joyas, personas ,etc), con el fin de que estos objetos le den el poder y la seguridad que añora, pero como estos objetos son incapaces de producir esta seguridad y sólo sirven como sedantes para la angustia que padece, se ve obligado a acumular más y más, sin sentirse nunca satisfecho. Y entonces al burgués le sucede lo que al hombre que se acuesta con sed y sueña que dispone de toda el agua que quiera pero por más que toma y toma nunca deja de sentir la carencia.
Lamentablemente durante el siglo pasado mucha gente creyó que ser burgués era la felicidad, y esta fue una de las principales causas del derrumbe del socialismo, es imprescindible que se entienda que la felicidad no está en la acumulación de objetos, y en general en el estilo de vida de la gran burguesía, sino que la felicidad del hombre se encuentra justamente en la independencia de los objetos, en esa fuerza que él mismo construye desde su ser y que sólo depende de él mismo, fuerza que sólo se podrá construir a nivel social con la modificación de las relaciones de producción y que de alguna manera ya vimos en germen en los países donde triunfo el socialismo en el siglo pasado.
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