El papel de la prensa y del gobierno en las elecciones.
Por: Augusto Álvarez Rodrich
Varios hechos aparentemente inconexos, pero que giran alrededor de lo mismo, constituyen una señal de que el papel de los medios será un asunto gravitante durante la temporada electoral que se viene.
Uno es el proyecto del gobierno para modificar la ley de elecciones con el fin de imponer una veeduría de los partidos en las encuestadoras que preguntan sobre candidatos. Esta iniciativa, criticada en esta columna hace dos meses, es un gran mamarracho surgido después de que el presidente Alan García fuera criticado, a inicios de año, por la encuesta bamba de la RIP (red de informática del PAP) con 27 mil supuestos entrevistados.
Dicha propuesta puede justificarse por ignorancia o por voluntad de interferir malamente en el proceso electoral manipulando encuestas o metiéndoles miedo a las encuestadoras para que ‘traten mejor’ a García. Yo creo que es lo segundo.
Esto no se puede desvincular del intento del presidente García de usar el indulto a José Enrique Crousillat como caballo de Troya para amedrentar a los medios, empezando por América TV y los grupos que la controlan –La República y El Comercio–, pero también al resto de la prensa. Es una amenaza insólita para un mandatario que es tratado con tanta benevolencia en los medios, pero es que, en cosas de soberbia, la gula es infinita.
Otra iniciativa sobre la relación de los medios con los votos es de Ollanta Humala para prohibir la propaganda electoral en medios audiovisuales privados, como ya ocurre en Chile, México y Brasil. Por las explicaciones de Humala en mi programa de Radio Capital y de Alberto Adrianzén y Sinesio López en este diario, me parece una propuesta interesante que busca que las ideas, y no el dinero, decidan una elección. No la veo como una amenaza a la libertad de expresión, pero, por si acaso, siempre es bueno debatirla y escuchar argumentos a favor y en contra.
El tema de fondo en todos estos hechos reseñados es el papel de los medios en las elecciones pero, principalmente, la interferencia que los gobiernos pueden tener en estos procesos a través de la prensa, algo relevante en un gobierno adicto a la prensa en el que abundan políticos con vocación de jefe de redacción –como Jorge del Castillo o Rafael Rey– o un presidente como García que se siente ciudadano Kane de esta su chacra.
Mientras tanto, la interferencia del gobierno en los medios ya está en marcha en provincias, donde el abuso es más frecuente y los reclamos algo afónicos. Empezando por el atropello a la libertad de expresión ocurrido con Radio La Voz de Bagua –una grave mancha democrática del Apra– y siguiendo con la clausura sospechosa de más de cien radios donde sabe Dios qué ‘compañeros’ estarán de aprendices de Crousillat, el broadcaster del ‘Doc’, que lleva 34 días prófugo porque este gobierno –se imaginan por qué– no lo busca realmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario