LORI BERENSON Y LA JAURIA

Una auténtica jauría vociferante  se ha apropiado de la “opinión pública” esta semana para atacar a la recientemente liberada emerretista, Lori Berenson.

Y todo indica que los ataques no apuntan solo contra ella sino especialmente contra aquellos vinculados al Partido Comunista del Perú, que también han tramitado sus libertades acogiéndose al derecho a la reducción de la pena a cambio de trabajo o estudios, realizados durante el cumplimiento de su sentencia.

Osmán Morote, Margot Liendo y Maritza Garrido Lecca son algunos de ellos. Los dos primeros pronto cumplirán 22 años recluidos y la segunda cumplirá 18, en setiembre, porque fue detenida junta al jefe revolucionario Abimael Guzmán Reinoso.

Las penas cumplidas son largas ¿Hay alguna organización que intentara cambiar el orden de cosas en el Perú, que tenga entre sus participantes o simpatizantes a personas purgando tan largas penas? ¿O que dejaran en prisión, a causa de sus firmes convicciones, sus años más fecundos y hasta perdieran para siempre, en el caso de las dos mujeres mencionadas, la dicha de ser madres? La libertad es ya para ellos y los cerca de quinientos que aún continúan en prisión, un derecho.

Es cierto que el gobierno actual ha vuelto a dejar sin efecto aquellos beneficios penitenciarios que posibilitaban salir algunos años antes de cumplir las penas. Similar cosa había perpetrado García en su primer mandato. Sin embargo, quienes antes de que entrara en vigor esta nueva e inconstitucional ley –que también habrá que hacer algo para su derogatoria-, tramitaron su libertad condicional, tienen todo el derecho a proseguirla tramitando y sobre todo a conseguirla.

Pero el tono de los diarios de la reacción peruana respecto a las libertades, La Razón, Perú 21, El Comercio, Expreso, entre otros, se asemeja al de los azuzamientos en el cadalso para exigir el instrumento de tormento que había que aplicar para estigmatizar a los rebeldes.

Si hubiesen estado en la Plaza del Cuzco luego de la detención de Túpac Amaru en 1781, ellos habrían sido quienes pidieron los caballos para descuartizarlo o quizá habrían corrido a traerlos de sus caballerizas.

El más oscuro espíritu de venganza y el primitivismo más ciego persiste, incapaz de ver que el Perú debe cerrar las heridas dejadas por la guerra, porque ese conflicto interno ya terminó. ¿Qué hacen dos luchadores luego de una lid en la que empeñaron su propia vida? Y ¿qué tienen que hacer cuando una guerra interna como la que vivió el Perú, ya concluyó con una parte vencedora y la otra vencida?

Hoy, desde los intereses y perspectiva de los de abajo, cabe acompañar al pueblo en su indoblegable lucha por sus derechos fundamentales y porque sus mejores hijos en prisión, aquellos que encarnaron la dignidad de levantarse contra un orden opresor, salgan libres.

Nunca comulgué con el Mrta, pero el hecho de que a pesar de tanto ataque la ayer joven y hoy señora Berenson haya salido libre, es esperanzador. Y sobre todo por la abnegada lucha de su progenitor y el respaldo de un sector del pueblo norteamericano.

Pero preocupa que diarios como La Primera –se supone, diario de “izquierda”- hable de un “arreglo bajo la mesa”. Y que el Monseñor Bambarén –quizá aturdido ante tanto grito pelado- diga cosas como ésta: “Si no ha cambiado, que la regresen a la cárcel”. ¿Quiere acaso que las ideas de aquella mujer -incluso madre de un retoño recién nacido- sean extirpadas, como antaño pretendieron los bárbaros invasores y sus mentores espirituales con sotana?

De Marcos Ibazeta nada más podríamos esperar, porque sigue sin comprender por qué contra su voluntad de carcelero, miles ya han abandonado las prisiones como producto de la lucha de un pueblo.

Todos deben salir ya. Y si hablamos de todos, hablamos de Amnistía General.

Fuente: http://territoriocomanche.wordpress.com/2010/05/29/lori-berenson-y-la-jauria/