Por Mirko Lauer
A estas alturas la historia del juez delivery que liberó a Luis Valdez y hoy es su personero no debería sorprender a nadie. Lo notable es que el excarcelado ex alcalde de Pucallpa considere que volver a candidatear al cargo es lo que le conviene. Como van las cosas, si el JEE de Coronel Portillo no lo retira de la competencia, no descartemos que Valdez gane.
En las ciudades intermedias del interior no hay muchas encuestas, de modo que todavía es temprano para saber qué destino tendría esa candidatura. Pero en el cercano distrito limeño de Magdalena del Mar algunas mediciones sugieren que Francis Allison, otro ex alcalde con serias acusaciones, podría ser una fija.
Decididamente hay un público para este tipo de personas, y en algunos casos se puede volver decisivo. En las encuestas quienes se declaran enemigos de la corrupción siempre son mayoría, al lado de un núcleo duro de personas para las cuales ese tema no es el determinante, o que simplemente no cree en las acusaciones.
Individuos como Valdez o Allison parecen saber de estas cosas. Si bien los alcaldes no tienen inmunidad, aun en el peor de los casos haber participado activamente en la política produce cierto blindaje. En realidad no sabemos cuántos candidatos de esta hora tienen serias acusaciones, que recién saldrán a la luz después, como ya es tradición.
El acusado tiene algunas evidentes ventajas electorales. Un feo anticucho siempre produce más publicidad que un buen programa de gobierno. Una acusación de inmediato genera un bando de apoyadores y defensores automáticos (“Si tal medio lo ataca, entonces debe ser bueno”). Los abogados defensores suelen ser más eficaces que los voceros políticos.
Quizás es casualidad, pero no puede dejar de llamar la atención que los candidatos con menos intención de voto suelen ser los menos denunciados. Así, languidecen entre sus propuestas políticas a la cola de las encuestas, sin poder ellos a su turno denunciar a sus atacantes. Como si el público esperara de ellos algo más de acción.
El caso de Susana Villarán, sospechosa de carecer de anticuchos, es emblemático. Es recién con la acusación de que su candidatura es un nido de ultraizquierdistas que ella ha conseguido la primera plana de un medio nacional. Es de esperar que no cometa el error de desmentirlo con demasiada premura. Mejor dejar la duda, y los ataques, flotando.
Cuando Lourdes Flores sale a pedirle a Villarán disculpas casi inmediatas por el ataque lanzado desde su campo, quizás de manera inconciente busca privar a su competidora de un activo electoral importante. Pero el daño ya está hecho. A partir de aquí Villarán probablemente va a empezar a crecer como no lo ha hecho hasta ahora.
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