TEMAS DE DISCUSIÓN

PARA NO SER NINGUNO DE ELLOS

RETRATO (III) DE LOS INFANTILES "IZQUIERDISTAS" O DOGMÁTICOS, Y DE LOS SENILES REVISIONISTAS O CAVIARES

- Los dogmáticos son insulares, les gusta estar siempre en el aislamiento político. Y no se dan cuenta, precisamente por ese aislamiento, de que no pueden darse cuenta. Los caviares son peninsulares, porque siempre penden de esa península que es la teta que los ata al estatus que ostentan en el status quo.

- Infantiles como son, de seguro los dogmáticos - empiristas creen que la palabra adolescente deriva de adolecer; y les duele que se escriba motivando a los lectores a que trabajen en elevar su cultura. Tan "pacifistas" como aparentan ser, los caviares ocultan las creaciones que las guerras dejan hasta en el lenguaje; de seguro no quieren ni oír que, por ejemplo, la palabra provincia, etimológicamente, significa por vencer, y se desternillan cuando los redicales muestran que ellos no tienen el monopolio de la ternura.

- La derecha más reaccionaria busca atraer así a los caviares razonables: "Nada tienen ya que defender en la izquierda, ¡ de una vez conviértanse en neoliberales!". Luego, esos mismos caviares buscan atraer así a los radicales racionales: "Nada tienen ya que defender en las filas radicales, ¡ de una buena vez conviértanse a la democracia pura!". Por su parte, los dogmáticos más irracionales no buscan atraer, sino desaparecer así a los radicales racionales: "¡ Los vamos a DESENMASCARAR, DESENMASCARAR para que nuestro campo se despeje y nos quedemos solos y felices son contradicción!. Pero como no se dan cuenta de que no pueden darse cuenta, el círculo se les cierra cuando el campo se les llena cada vez más con la derecha reaccionaria.

- Si Galileo decía que sólo existe lo mensurable; si los abogados sostienen que sólo existe lo que está en el expediente; si, además, los marxistas maduros dicen que sólo existe la bellesa que impulsa a la acción; los dogmáticos dicen que sólo existe lo que pasa por sus aduanas. Los caviares, que tanto hablan de biodiversidad, no quieren ver que los únicos radicales, de puro conservadores, se aferran a ideas chatarra que les están oxidando todo el cableado del cerebro.

- Los dogmáticos detestan así a la izquierda legal: "¿Por qué vamos a convergir con ella? ¡ eso de darle tribuna a cadáveres!. Los caviares recalcitrantes se destetan así de todo radicalismo: "¿Por qué vamos a confluir con los radicales? ¡eso es darle tribuna a gente muy peigrosa!. Así, nínguno de estos sectores quiere la unidad del movimiento popular. A ninguno le gusta el número de la convergencia, 69, sino el 96, el de la espalda con espalda.

- Los dogmatoempiristas recalcitrantes montan en ira cuando usamos la ironía. Pero cuanto más iracundos se ponen menos entienden a Los Iracundos: "...El mundo está cambiando / y cambiará más...". Si aceptaran la contradicción; si promovieran consultas o sugerencias; si expusieran a verdaderas evaluaciones, contribuirían a la superación de los problemas. Pero, contrariando a Nelson Ned, en sus diccionarios sólo hay la palabra orgullo. Los caviares más petulantes montan en celos cuando se aperciben de que desde el pensamiento Gonzalo se usa bien el encéfalo. "Eso es peligroso", mascullan. "No hay que darles tribuna", conjuran. Quieren que nos alejemos de las verdades del pensamiento Gonzalo y nos alojemos en las verdades de Perogrullo.

- Los dogmatoempiristas no tienen tacto en cuanto a táctica. La táctica de lucha, establecida por el presidente Mao, que versa así: "Luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse". Por ello, si por ellos fuese, irían de tumbo en tumbo. Los caviares, por su parte, a la táctica la convierten en meta. Si accediesen al gobierno, como mucho harían un tipo Lula, no muy diferente a lo que hará Lulú.

- Los caviares llevan decenios culpando a Sendero de sus desventuras; los dogmáticos propician que se le acuse a Sendero de sus aventuras. Los caviares no perciben que enarbolando una solución política consecuente se les desarma a los dogmáticos; los dogmáticos no perciben que practicando una genuina democracia es que se descaviarizan ciertas izquierdas. Superficiales como son, además de cultores del cliché, los dogmáticos creen que la cosa funciona así: "Hagase la opinión pública..." y aparece la opinión pública favorable.

Cuando ven que no es así, se pasan años en sus guetos sin tan siquiera mencionar a la opinón pública. Sangre de horchata como son, los caviares no creen que haya que molestarse en forja de una opinión pública, les basta con ir a remolque de la que crea el sistema porque tienen un miedo cerval a ir contra la corriente y a estar en minoría o marginarnos.

- ¿Cómo harán sus reuniones los dogamto-empiristas? Doble contra sencillo que latifundizan el tiempo o lo parcelan por turnos, según el viejo estilo semifeudal. Así, o la gran mayoria es convidada de piedra o cada quien se parapeta y se blinda en su turno y todos son compartimientos estancos, abonando eso de que el lenguaje se inventó para disimular los problemas y no para comunicarlos. Cero en contrapumto estilo pimpón y nada de ensayos de lucha mente a mente; de modo que todos salen enteritos de cada sesión. ¿Y cómo harán sus reuniones los caviares? De seguro burocratizan todo a punta de parsimonia. Se abocan a los convidados de bocaditos y aparentan transparencia absoluta cuando, en realidad, permanentemente actúan cuidando su privacidad. Ni uno ni otro practica el centralismo democrático. Los dogmáticos porque absolutizan el centralismo, tienen el pensamiento congelado y quieren una población adocenada; y, los caviares porque aparentando la democracia pura, tienen el pensamiento jubilado, niegan la lucha de clases y ofrecen otra clase de luchas.

- Con todo, entre caviares y dogmáticos, ambos son conservadores. Los caviares la hacen de buenos conversadores; y aunque los dogmáticos se tornen conversos, siempre siguen con el mismo verso. Eso sí, cada vez más, caviares y dogmáticos tienen en común un vértice; y es que a ambos les saca pica lo que se publica en VÓRTICE. (Pág. 9)

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Artículo publicado en la edición 23 de la revista Vortice