jueves, 18 de marzo de 2010

Aurelio furioso


Mirko Lauer
¿Por qué el ministro Aurelio Pastor se volvió un cruzado de mantener el indulto a José Enrique Crousillat? La primera reacción a las críticas fue una comprensible defensa de la gestión de su sector. Pero a continuación eso se convirtió en una total identificación de su puesto en el gabinete con la suerte del ex broadcaster.
En la tercera etapa de su escalada Pastor se ha presentado como el último guerrero aprista del conflicto civil Apra-El Comercio iniciado en 1932. Aquí ya no aparece defendiendo el indulto sino más bien un derecho a seguir en el gabinete a pesar de la discrepancia con Alan García, en el fondo el blanco final de sus iras.
Algo hizo click en Pastor que le impidió seguir pensando política y partidariamente. Quizás fue identificar su condición de ministro cuestionado con las luchas internas en el aprismo, frescas del pasado congreso. Que otros dirigentes del Apra le empezaran a reclamar la renuncia no debe haberle ayudado a pensar con frialdad.
Todavía horas antes de su cruce del Rubicón los amigos y padrinos del partido le habían dado toda suerte de consejos prácticos sobre cómo salir airoso del problema. Evidentemente no los escuchó, quizás porque esperaba algo más que consejos de la organización. A partir de allí las decisiones empezaron a ser tomadas a velocidad de twitter.
Otro factor de ofuscación puede haber sido no entender bien la reacción defensiva de América TV (El Comercio-La República) ante la percepción de un peligro inminente de asalto desde una medida cautelar. Pastor puede haber leído esto como un ataque personal: 80 años de antiaprismo descargados sobre los hombros de un solo ministro, o algo así.
A lo largo del proceso que lo llevó a la fatídica declaración del martes en RPP, Pastor mostró una enorme confianza en las virtudes de la polarización. Mulder vs los demás apristas, el gobierno vs los anti-indulto, el oficialismo vs Alejandro Toledo, y por último el Apra histórica vs el imperio mediático de la familia Miró Quesada.
Antinomias que demostraron ser malos instrumentos de análisis, y peores instrumentos para la práctica. Solo se ha logrado convertir a Toledo en un proto-mártir, proclamar a los cuatro vientos el gigantesco poder de la sigla MQ, poner al gobierno bajo sospecha, recordarle al Apra sus catacumbas, y jaquear una carrera política de cierto éxito.
Un miembro de la comisión política del Apra ha definido una parte de la situación: es un político nuevo, no está sepultado en el partido, el Apra no comparte sus puntos de vista, va a lograr recuperarse, pero todo pasa por una rectificación. Digamos que Pastor pasa a ocupar la cama clínica que alojaba a Crousillat hasta hace poco.

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