Augusto Álvarez Rodrich
¿Y ahora fingimos y hacemos como que no pasó nada?
Cómo habrá sido de escandalosa la pataleta insolente del defenestrado Aurelio Pastor que hasta los apristas tuvieron que tomar distancia del felizmente ya ex ministro, y ni siquiera su padrino, mentor y maestro-guía Jorge del Castillo pudo ensayar una defensa tímida.
Pastor quedó, para decirlo de un modo claro y directo, como un búfalo violento y desaforado al punto de lanzar amenazas lamentables como la de querer resucitar enfrentamientos históricos con el grupo El Comercio. Lo que constituye el ejercicio libre y legítimo de la crítica periodística, él lo quiso transformar en presión inaceptable, lo cual es absurdo.
Si no se hubiera puesto tan majadero en los últimos días, Pastor solo habría quedado como el tonto útil de una maniobra mayor preparada por otros para amenazar la libertad de expresión. Pero es obvio que tenía que irse. ¿O creía, acaso, que podía retener el puesto de ministro de Justicia después del escándalo del indulto/desindulto de José Enrique Crousillat?
Pastor estuvo acostumbrado a defender las causas imposibles del Apra –el fantasma de Tula Benites, magistrados del TC en el ‘Fiesta’, penal inexistente en la selva, etc.– y quizá por eso ahora se encabritó al ver que sus ‘compañeros’ lo abandonaban en el escándalo Crousillat en el que él actuó como bonzo.
Quizá ello explique su exabrupto condenable de ayer, y la consecuente patada en el trasero político de Pastor que le tuvo que aplicar el presidente Alan García al botarlo antes de que las cosas se le complicaran aún más.
Ni su padrino Del Castillo, quien lo seguía defendiendo hasta anteanoche y le organizó para ello un ‘desagravio’ vergonzoso en Alfonso Ugarte, pudo hacer algo, y otros dirigentes apristas intentaron borrar la imagen contraria a principios democráticos básicos como la libertad de expresión que ha dejado el Apra, señalando que ‘aquí no pasa nada’.
¿No pasa nada? Es decir, ¿nos quedamos todos felices con la versión de que el presidente García fue vilmente engañado por un viejecito pendejerete que, una vez libre por el indulto, se pasó de vueltas y decidió exhibirse por toda Lima y ‘recuperar’ –sin tener fundamento jurídico– el canal de televisión con el que antes se prostituyó con el ‘Doc’, y que, finalmente, el ministro de Justicia se rayó y se puso a hablar tonterías?
Allá los que quieren tragarse y difundir ese cuento. Dentro de todo, sin embargo, lo positivo de esta mamarrachada de un sector del gobierno y de sus socios estratégicos con demostrada vocación corrupta en varios gobiernos, es que el país les dijo que sus esfuerzos antidemocráticos no pasarán.
Eso es, dentro de todo, una buena noticia, pero hay que estar alertas porque estos intentos nunca desaparecen del todo.
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