Por Augusto Álvarez Rodrich
Parece que se pone de moda, otra vez, la anticorrupción.
La posición expuesta en esta columna hace poco en el sentido de que la lucha anticorrupción no es una bandera suficientemente atractiva para ganar una elección se puede estar debilitando gracias a escándalos como el del ‘indulto/desindulto’ de José Enrique Crousillat.
El entusiasmo por la anticorrupción alcanzó su punto más alto con el colapso del fujimontesinismo. La podredumbre de los vladivideos permitió comprobar la escasa voluntad por la honestidad de varios de los principales líderes políticos, empresariales, judiciales, periodísticos o militares del país, y despertó el interés de la ciudadanía por el combate a la corrupción.
Ello coincidió con la breve pero importantísima presidencia de Valentín Paniagua, quien aportó su ética personal a dicho contexto particular, logrando un fructífero período moralizador en el que se pudo apresar a varios peces gordos, desde Vladimiro Montesinos hasta la cúpula militar que él mangoneó.
Desde entonces, sin embargo, el entusiasmo se fue perdiendo hasta ahora, cuando se han debilitado las procuradurías anticorrupción y ocurren incidentes tan bochornosos como el de Crousillat o, no hace mucho, el de los ‘petroaudios’ en el que ya se está limpiando a sus protagonistas más connotados.
En este sentido, pueden ser varios los que piensen como Fernando Rospigliosi de que “la pandilla de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos está de regreso, de la mano de Alan García”, y que eso esté generando un renacimiento de la indignación de la ciudadanía y su respaldo a la anticorrupción.
Si esta especulación fuera cierta, es decir, que se están creando condiciones para reforzar el interés popular por esta causa, quien podría ganar a río revuelto es Lourdes Flores toda vez que ella ha planteado su candidatura al municipio de Lima Metropolitana como “una batalla entre la decencia y la corrupción”.
Ello podría explicar el buen desempeño relativo de su candidatura a pesar de que su rival principal, Alex Kouri, tenga –como se constata en la última encuesta de Ipsos-Apoyo– una mejor percepción como gestor municipal. En el único rubro en el que Flores le saca ventaja es, precisamente, en la sensación de que luchará mejor contra la corrupción.
Es obvio, sin embargo, que una propuesta electoral que solo se sustente en la moralidad es insuficiente para ganar. Por ello, Flores debe ponerse las pilas en sus propuestas ‘técnicas’ y en mejorar su propia imagen de ‘gerente de la ciudad’.
El otro obstáculo electoral que enfrentará Lourdes Flores es que el bloque rival pretenderá revolver las cosas, colocándola a ella en el lado de los ‘malos’ y a Kouri en el de los ‘buenos’, que es a lo que apuntó un artículo publicado ayer por José Barba –el vientre de alquiler del ‘pero que jai’– con un tono del que grita ‘al ladrón, al ladrón’.
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