Augusto Álvarez Rodrich
No solo hay que llegar sino saber llegar al gabinete.
Es un lugar común decir que el Apra es una comunidad política con un primero indudable que es Alan García –presidente de la República y del partido– pero sin segundos a la vista, y que la cuenta decreciente recién empieza por la tercera o cuarta línea, pero esa brecha se ha ampliado en estos años porque varios dirigentes apristas han tenido un paso calamitoso por el gabinete ministerial.
El más reciente fue protagonizado en la cartera de Justicia, esta semana, por Aurelio Pastor. Fue una ‘despedida’ en el sentido de que lo botaron, lo cual constituye la primera vez que se recuerde de un ministro que se resistió a presentar la renuncia que le solicitó su jefe y, por ese motivo, tuvo que ser cesado.
Hizo un jaque pastor que se volvió ‘automate’. No se puede decir que su carrera política esté terminada. Es joven, bien hablado –pero lenguaraz en condiciones de tensión– y dentro del partido habrá los que quieran convertirlo en una especie de mártir de sabe Dios qué, pero le costará recuperarse.
Una salida ministerial también accidentada y que produjo una desaceleración obvia en su perspectiva fue la que tuvo Mercedes Cabanillas en la cartera del Interior por el pésimo manejo de la crisis de Bagua que incluyó la muerte de 36 peruanos –25 policías– y una ‘autocondecoración’ irritante que fue toda una lección sobre cómo no dejar un cargo en el gabinete.
En la misma cartera, Luis Alva Castro también tuvo un paso tremendamente accidentado por el escándalo de las irregularidades en la adquisición de patrulleros, aunque en su caso la ‘caída’ vino con ‘ascenso’ a presidente del Congreso.
Pero quizá la más catastrófica salida del gabinete fue la de Jorge del Castillo debido a que ocupaba la Presidencia del Consejo de Ministros, la cual debió dejar en medio de la mayor crisis política del gobierno actual ocasionada por la revelación de los llamados petroaudios, un intento de megacorrupción aprovechando los contactos apristas en el gobierno.
Luego de ello se ha realizado un cuidadoso y paciente trabajo de enjuague de responsabilidades, y varios amigos del ‘tío George’ están enfrascados en el esfuerzo de maquillarlo, pero por más salvoconductos judiciales que consiga y allegados que lo apapachen, su visita frecuente a la suite del pirata dominicano dificultará el despegue de su candidatura.
Lo que tienen en común estas cuatro salidas estrepitosas del gabinete fue la incapacidad de reconocer oportunamente el error que cometieron, lo cual simplemente agravó su situación. Muchos se pasan la vida buscando ser ministro por vocación de servicio público, encontrar un trampolín a la fama, mejorar el CV o, también, lograr un fin subalterno, pero, como ya se sabe, ‘lo importante no es llegar primero, sino que hay que saber llegar’ ... y salir.
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