domingo, 14 de marzo de 2010

Me quiere, no me quiere


Por Federico Salazar
El gobierno ordenó la orden de captura del empresario televisivo José Enrique Crousillat. Muy poco antes lo había indultado  por razones humanitarias. Podríamos esperar que, más adelante, lo vuelva a indultar.
Al revés que en el juego con la margarita, el gobierno vacila: lo quiero, no lo quiero; lo quiero, no lo quiero.
El indulto presidencial no necesita ninguna justificación. ¿Por qué se trató de explicar con las supuestas razones humanitarias? En otras palabras, ¿por qué se vinculó la gracia presidencial a una condición médica determinada?
El señor Crousillat aparece en fotos en la playa, en el gimnasio o haciendo diligencias con su abogado. Nada de esto demuestra absolutamente nada en relación con su condición médica. A un enfermo del corazón de hecho le pueden recomendar caminar, hacer ejercicio, estar en actividad.
El gobierno, sin embargo, se ha visto en una situación política delicada. El empresario indultado planteó una denuncia y su abogado hizo publicar declaraciones de Eugenio Bertini, ex ejecutivo bancario, sobre el proceso de transferencia de América Televisión.
Las gestiones revelan la intención de recuperar la propiedad del que fuera su canal de televisión. Hicieron pensar que el gobierno lo habría planeado todo. La secuencia de eventos era muy clara.
Técnicamente no se podía condicionar el indulto a que el empresario se quedara en cama. No sabemos si hubo un acuerdo verbal sobre el tema.
El gobierno quiere hacernos creer que fue burlado, que no sabía, que confiaba en los certificados médicos. En el momento en que se conocieron los exámenes, sin embargo, hubo un debate y un cuestionamiento que el gobierno obvió olímpicamente.
La pena que purgaba el empresario se debía a un caso de corrupción muy conocido, hubo fuga y evasión de la justicia. No había forma de que no se prestara especial atención al caso.
Los exámenes médicos falsos, más bien, han funcionado como una espada de Damocles. No se cumplieron ciertas condiciones, se soltó en consecuencia la espada. Uno podría pensar, en realidad, muchas cosas, porque la versión del gobierno es débil.
Por eso cabe preguntarse, con todo derecho, ¿a qué viene este repentino cambio de timón en el indulto presidencial? ¿Por qué se condicionó el indulto? Y, sobre todo, a partir de ahora, ¿se hará de los indultos herramientas de negociación entre los gobiernos y los indultados?
El gobierno tiene que dar todas las explicaciones del caso. Y pedir disculpas por la ligereza con que dio y quitó un indulto presidencial.

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